martes, 6 de agosto de 2013

Lo que importa no es la cantidad sino la calidad

Siempre me había preguntado qué sentirían esos jugadores que al cabo de la temporada sólo han jugado unos pocos minutos en unos pocos partidos. Pensaba que su motivación no puede ser fuerte, todo lo contrario, que deben sentirse desmotivados, deseando que las cosas cambien o que sean ellos los que cambien de equipo. Y está claro que gente desmotivada dentro de un grupo perjudica notablemente a la marcha del grupo, se trate de equipos de fútbol o de grupos de trabajo o departamentos dentro de una empresa comercial.

Sin embargo, la temporada pasada, con Diego Pablo Simeone dirigiendo al Atlético de Madrid y consiguiendo dos títulos (Supercopa de Europa y Copa del Rey) así como un tercer puesto en la Liga, pude ver un equipo en donde todos los jugadores estaban motivados, independientemente que jugasen pocos minutos o muchos.

La clave la descubrí después al leer el libro “El efecto Simeone (la motivación como estrategia)” que recoge la filosofía de Simeone para motivar grupos humanos. Dice que “el equipo vive de los minutos que pueda aportar cada componente del grupo. No importa la cantidad de los minutos sino la calidad de los mismos”.

¡Chapeau! Con esta filosofía nadie es más que nadie, no hay titulares ni suplentes, sino que todos son igual de importantes y el objetivo de cada uno es rendir al máximo en esos minutos (sean pocos o muchos) que a lo largo de la temporada pueda gozar. Un jugador que haya jugado pocos minutos, si lo ha hecho bien, habrá contribuido igual que los demás al éxito colectivo porque si en esos minutos que estuvo sobre el campo su equipo hubiera encajado algún gol o él los hubiera fallado, esos partidos habrían acabado en derrota; sin embargo si la calidad de esos minutos fue la máxima, consiguió cuanto menos mantener lo conseguido.

Todo esto es igualmente aplicable al mundo empresarial. Una secretaria, un adjunto, un becario... todos son igual de importantes y lo que cuenta es la calidad del trabajo que aporten, sea ese trabajo de mucha o poca relevancia, de mucho o poco brillo; da igual, es la calidad de su aportación lo que de verdad contribuye a los resultados finales.

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