La frase “este Papa mola” comienza a escucharse cada vez con
más frecuencia, y es que Francisco (Jorge para los amigos) nos es un “Sumo
Pontífice” al uso, sino un humilde siervo de Dios tal como predicaba
Jesucristo. ¿Acaso no predicó Jesús huir de la pompa, el lujo y la ostentación;
de ponerse siempre en el último lugar; de servir a los demás...?
Leo, por ejemplo, que Francisco con su ejemplo nos aleja de
esa Iglesia ogro, malencarada y prepotente, y nos la cambia por una Iglesia
tierna, alegre, sencilla, compasiva; de la Iglesia del “no” a la Iglesia del
“sí”; de la Iglesia gruñona y el semáforo en rojo a la Iglesia compañera de
camino, que pisa barro y trabaja a pie
de obra”. Estas palabras –y otras que añado en este post- se las he tomado
prestadas a José Manuel Vidal ya que las comparto plenamente y creo que es
bueno que se les de la máxima difusión; así, pues, aporto yo también mi pequeño
granito de arena.
La gente está cansada de los líderes (religiosos, políticos
y sociales) que nos dicen lo que tenemos que hacer pero ellos no lo hacen.
Francisco prescinde de honores, se ríe del protocolo, rompe esquemas, viste y
vive con sencillez y no busca privilegios. Se baja de ese “alto cargo” porque
para él no hay nada más alto que agacharse y servir a los demás.
Y ya para terminar, y como profesional de la Comunicación
que soy, me encanta contemplar cómo utiliza un lenguaje sencillo, claro,
directo y ameno; va siempre al grano y regala a los periodistas un montón de
buenos titulares en cada intervención. Deja los términos abstractos para los
teólogos porque él quiere llegar (y llega) a la gente sencilla, que,
curiosamente, es esa gente a la que se refería Dios cuando decía que para ellos
sería su Reino.