Permanecer más de tres o cuatro minutos dentro de la
consulta de un médico de Atención Primaria de la sanidad pública, es toda una
proeza. Lo normal es que en ese tiempo, el médico haya utilizado 17 segundos
(eso es lo que indican algunas estadísticas elaboradas por los propios médicos)
en escuchar al paciente, puede que haya utilizado otros tantos segundos en
hacer alguna pregunta, y el resto hasta los tres minutos los habrá dedicado a
labores burocráticas.
Finalmente el paciente saldrá con una receta de paracetamol
o de ibuprofeno (da igual cuál sea su dolencia, para la Sanidad pública todo se
arregla con cualquiera de estos dos medicamentos) y si no, siempre queda algún
consejo dietético (Aquarius, zumo de limón, yogur, arroz y pescadito hervido,
no comer grasas, etc.), con lo cual el paciente se pasará al salir, con su
receta, por el supermercado más cercano.
A todos los médicos se les oye hablar siempre de lo
importante que resulta la “amanmesis” (conjunto de conocimientos y habilidades
del médico para extraer información al paciente que sea relevante para la
historia clínica) pero muchos parece que lo único que tienen es “amnesia” ya
que se les olvida interesarse por el paciente y obtener de este información de
utilidad para acertar en el diagnóstico y tratamiento.
Que todos los médicos no son iguales, es evidente; pero que
hay muchos médicos así, también lo es. Que en muchos casos deben atender a más
pacientes de los que humanamente pueden atenderse, es cierto, pero eso no
debería eximir de la obligación del médico por un buen ejercicio profesional,
algo imposible de realizar si antes de que acabe de responder el paciente ya le
han extendido la receta de paracetamol o ibuprofeno y están llamando a consulta
al siguiente paciente.
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