jueves, 15 de noviembre de 2012

La última "coincidencia"


Había ido a pasar el día a Ávila con mi familia. En el tradicional paseo junto a las murallas, y en vista del calor que hacía, todos se sentaron en un banco a la sombra, pero yo no podía estarme quieto (ya lo estaré cuando me muera) y me fui a dar un pequeño paseo por aquél parque, sin perder de vista al grupo familiar. Según volvía, pasé junto a un pedestal coronado por un busto de un conocido personaje. Tratándose de Ávila podía haber sido Santa Teresa de Jesús o Adolfo Suárez, pero no, no era ninguno de ellos sino alguien que dudo que tuviese alguna relación con Ávila. Debo decir que me di cuenta de quién era sin hacer ningún gesto que denotase que estaba mirando la placa que lo identificaba, por lo que nadie que me hubiera visto pasar junto a él hubiera pensado que “había leído de quién se trataba”; y sin embargo sí que me había dado cuenta aunque en aquél momento no le di mayor importancia.

Cuando regresé junto al grupo familiar, mi hija me preguntó “¿has visto quién era ese de la estatua?”. Y entonces le respondí con naturalidad: “Sí, es Rubén Darío”. Pero fue, entonces, al pronunciar yo aquellas palabras, cuando me recorrió un escalofrío y me di cuenta que alguien allá arriba debía estar partiéndose de risa por haber provocado tan insólita coincidencia.

¿Qué coincidencia? se preguntará el lector. Pues una realmente sorprendente: justo al día siguiente yo tenía una reunión personal, privada y muy muy especial (no revelaré qué clase de encuentro porque es algo de ámbito privado, pero sí que se trataba de un encuentro completamente inusual) justo al lado de la boca de metro de... ¡Rubén Darío! (Y, por supuesto, no puede hablarse de que esa zona sea un lugar común en mi vida, ya que nunca he ido allí y sólo he pasado en coche por la zona alguna que otra vez, por lo que en absoluto forma parte de mi vida habitual).

1 comentario:

Ana dijo...

Coincidencias...como si vas pensando en alguien y justo te lo encuentras.