Hay veces que es mejor dejar las cosas tal como están y no
tratar de arreglarlas, porque con frecuencia ese “arreglo” no hace sino
estropearlas más aún. Me viene en este sentido a la memoria un incidente en el
que se vio envuelto hace años un alto directivo de Zeneca Agrochemicals.
Habían invitado a los periodistas para presentarles en
Manchester un nuevo tomate modificado genéticamente que no estaba destinado
para el consumo en crudo sino para las plantas de procesado de salsas de tomate.
Les explicaron que esa modificación genética enlentecía el proceso de
maduración y por tanto permitía recolectar el tomate una vez hubiese madurado
(y no cuando aún están verdes como se hace en la actualidad) con lo que se
conseguía mejor sabor, cualidades nutricionales, etc., y sin que se deteriorase
durante el proceso de transporte hasta la empresa de manufacturación. Y
hablaron también de su seguridad medioambiental explicando que la polinización
de esas flores sólo se podía hacer manualmente con lo cual no existía riesgo de
que esos tomates o ese polen se mezclase con otros y diesen lugar a
incontrolados híbridos por el campo.
Como todo lo “transgénico” causaba y sigue causando miedo,
los periodistas preguntaron por la seguridad de estos cultivos, y entonces este
directivo, ni corto ni perezoso, se comió unos tomates delante de la audiencia
para demostrarles que eran seguros.
Al día siguiente, un periódico preguntaba a través de un
amplio artículo: ¿Dónde han ido las semillas transgénicas del tomate que se
comió el directivo de Zeneca Agrochemicals? Porque esas semillas, una vez
hubiesen atravesado su aparto digestivo, quizás llegasen –ahora ya sin ningún
control- a la naturaleza.
El directivo, tras leer esa noticia y el consiguiente
revuelo que se armó, contestó al día siguiente a los periodistas diciéndoles
que no se había violado ninguna norma de seguridad... que el tomate que se
comió delante de ellos no era de los transgénicos sino uno normal...
Y fue ahí cuando –literalmente- “la cagó” porque acto
seguido los periodistas comenzaron a llamarle mentiroso. Si lo que decía ahora
era cierto, les habría mentido antes; y si lo de antes era cierto, les estaría
mintiendo ahora.
Por eso, si te ves en un apuro y ves que has metido la
pata... discúlpate y no trates de arreglarlo, porque va a ser peor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario