Somos individuales sólo en expresión, no en esencia. Todos
procedemos de la misma sustancia (Dios), del espectro de energía de la cual
todas las cosas se componen.
El estado de conciencia más excelso del hombre es su
sensación de unidad, de sentirse unido místicamente con lo Cósmico, con la
consciencia universal.
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