NACE EL
INDEPENDENTISMO DAIMIELEÑO
He de reconocer que a mi alrededor hay gente
muy cachonda, ocurrente, capaces de sacarle gracia a muchos aspectos de la
actualidad. Por eso hoy, cuando se comentaba la aparición de un diccionario
daimieleño-español, obra del paisano Vicente Fisac, alguien ha comentado:
¡Pues ya está!, ahora que tenemos lengua
propia podemos pedir la independencia de España.
Y claro, la lluvia de ideas surgida a
continuación ha ido en ese sentido reivindicando que tenemos escudo, bandera y
hasta himno, aunque en este extremo no había consenso. Si lo pensamos hasta
tenemos una historia a la que asirnos y hasta, como Catalunya, podemos sentir
que el trato fiscal nos discrimina por el hecho mismo de que la Junta nos deba
más de cinco millones de euros que no parece llegar a soltar. Y esto sería
base, no me digan, para exigir un pacto fiscal para Daimiel y hasta crear nuestra
propia Hacienda.
Si por tener, hasta en eso nos parecemos,
podríamos alardear del desafecto de los regiones colindantes y exprimir que las
gentes de Villarrubia, Torralba o Manzanares no nos quieren.
Eso sí, lo que no ha habido forma de
resolver es el asunto de construir el modelo política independiente sobre una
monarquía o una república. Y sin embargo sí ha existido cierto consenso en que
constituirse como paraíso fiscal puede ser una buena forma de
financiación y alejarnos de la tentación de una república bananera.
Por último hemos constituido una serie de
grupos de estudio y trabajo para montar el armazón secesionista y llenar las
alforjas del sentido identitario suficiente para exacerbar el valor de lo
nuestro, la historia, la cultura, el espacio natural, y ahondar en las
diferencias respecto al resto. Y poner a los medios de comunicación locales al
servicio de la idea a cambio de promesas de generosas subvenciones.
No está clara la fecha de la entrevista con Rajoy o
Cospedal ("o nos dais lo que pedimos o nos lo montamos por nuestra
cuenta") y se ha abierto lista para los que se ofrezcan a quemar banderas
nacionales en público, que ya se ve que no pasa nada, aunque de momento tendrán
que poner ellos el mechero hasta habilitar presupuesto para las acciones a
seguir. Después nos hemos ido cada cual a su faena, despojados ya de todo
arrebato secesionista con la sonrisa en la boca.
Y entre los comentarios a este artículo,
añadían, entre otras cosas:
En realidad no es ninguna tontería.
Liechtenstein tiene la mitad de extensión geográfica que el término de Daimiel
y hace de su condición de paraíso fiscal su fortuna. Es un principado, así que
nos podemos conformar con eso, si tiramos por la constitución monárquica. El
deporte nacional sería la Tángana y hasta podemos hacer aquí la sede de la
Federación Internacional de este deporte que nos daría, al menos en los
primeros años, varios campeonatos mundiales para nuestra nación.
El “Diccionario Daimieleño–Español”, de Vicente Fisac,
está disponible en Amazon (www.amazon.es)
tanto en edición digital como en edición impresa.