viernes, 1 de mayo de 2015

Tengo una foto de Dios

En la novela "Castidad y rock and roll" https://amzn.to/3PyfLOH  el protagonista que va narrando esta historia de amor, aventura, música, viajes, intriga, etc., tiene la oportunidad de conocer y establecer amistad con Eloy, un joven cantante ganador de un concurso televisivo que ha alcanzado más fama aún que David Bisbal. Pero Eloy es un chico muy peculiar, con una personalidad, llamémosla “a contracorriente”. De hecho, cuando yo escribí esta novela, por la cual van desfilando diferentes personajes, me sorprendió cómo a la hora de poner palabras en la boca de Eloy no era yo quien las ponía, sino que era él mismo, mi personaje, quien tomaba la palabra y me dictaba a mí lo que él quería decir. Y debo reconocer que esto no me pasó con ninguno de los demás personajes, ni en esta novela ni en otras.

Por eso, me gusta recordar algunas de las cosas que dijo, y quiero igualmente compartirlas con los demás. Esta fue una de las conversaciones con que siempre nos sorprendía Eloy según lo cuenta el protagonista que cuenta la historia:

“Ya en el postre, le comenté a Eloy:
-                     Como ves, somos bastante diferentes. Para mí, Dios –que no sé muy bien qué o quién es- es algo que puede estar por ahí pero no me afecta, en cambio para ti Dios forma parte de tu vida.
Eloy me miró y sonriendo me dijo:
-                     ¿Quieres ver a Dios?
Me quedé sorprendido y le contesté:
-                     ¿Qué pasa, que está aquí?
-                     Tengo una foto suya.
Nuevamente me sorprendió.
-                     ¿Una de esas estampitas de Jesús o de la Virgen? –le pregunté- ¿Eres de esos que llevan siempre en la cartera alguna estampita?
-                     Sí, pero no es una estampita, es una imagen real, una fotografía auténtica.
Eloy se echó mano al billetero y sacó una fotografía que me mostró al tiempo que comentaba que siempre la llevaba con él. Me quedé sorprendido al verla porque aquello era una fotografía real en la que se veían los anillos de Saturno.
-                     ¿Esto? Es Saturno –le dije.
-                     Es una fotografía reciente tomada por una satélite de la NASA. Lo más importante está aquí, entre estos dos anillos. ¿Ves ese puntito blanco? –me señaló un puntito blanco que aparecía entre dos anillos, aunque en realidad todo el fondo negro de la fotografía mostraba el espacio lleno de puntitos como ese, que sin duda eran otras estrellas o planetas- Ese puntito es la Tierra, donde nosotros estamos ahora mismo, y puedes ver lo insignificante que es. Si tienes esto siempre presente, te darás cuenta que nosotros, nuestro “yo”, no es sino una insignificante mota de polvo y que todas esas cosas a las que damos tanta importancia no valen absolutamente nada. Ver esta foto es una cura de humildad que nos recuerda la grandeza de Dios y lo insignificante de nuestras miserias.
La fotografía y las palabras de Eloy lograron su objetivo y me hicieron reflexionar sobre mis errores, sobre mi egoísmo. Siempre había estado pensando en mí mismo, no en los demás ni en la gente a la que aparentemente quería. Ese querer a los demás era siempre en función de mí mismo, de lo que yo sintiese. No me preocupé nunca por conocer lo que sentían los demás y sólo buscaba que la ínter actuación de unos seres con otros me resultase satisfactoria a mí. Existía, efectivamente, otra visión del mundo que nunca antes había contemplado, y aquél mocoso estaba ahí, con una seguridad y confianza pasmosa, mostrándome las cosas más elementales que cualquier persona debería conocer pero que el hecho de pensar sólo en la propia satisfacción de uno impedía reconocer”.

PD.- La imagen que ilustra este post es –precisamente- la foto que llevaba Eloy en su cartera. Fue tomada por la sonda Cassini, y ese puntito diminuto e insignificante que se ve abajo a la derecha, es la Tierra.

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