Quienes gobiernan el mundo (y no me refiero a los
políticos que no son sino marionetas de los poderes ocultos) no sólo se hacen
cada vez más ricos a costa de los demás, sino que además se ríen de nosotros.
La revista The Economist, un semanario que bien podría considerarse la voz
oficial de esos poderes que manejan a su antojo la economía mundial, publicaba
esta portada hace unas semanas. En ella se puede ver cómo un hombre (con bozal, o sea, mascarilla) sujeta y
controla a su perro, y cómo este hombre es igualmente sujetado y controlado por
una mano anónima y muy poderosa. Por si aún quedara alguien que no entendiese
esta alegoría, le añaden un titular enorme y bien claro: “Todo está bajo
control”.
Y así es como está la población mundial: bajo control.
Porque no sólo se recortan las libertades individuales en todo el mundo, sino
que se provoca un crash mundial para que los muy ricos se adueñen de todo a
precio de ganga y se hagan más ricos y poderosos. Y para que los ciudadanos no
se rebelen se les inculca el miedo para que acepten de buen grado medidas como
el confinamiento; el seguimiento de sus movimientos a través de los teléfonos
móviles; la progresiva desaparición del dinero físico para que todo se pague
mediante tarjetas o móviles con lo cual es muy fácil saber cuándo dónde y en
qué se gasta su dinero cada ciudadano; la limitación de sus movimientos; la forma de relacionarse con los demás en forma y en número; etc. Y así, además de sometidos, vigilados y
controlados, los ciudadanos se sentirán agradecidos de que papá Estado vele por
su salud y su seguridad.
A partir de ahora la única libertad que nos van a
conceder va a ser la de elegir de qué raza canina queremos ser. Yo, de momento,
ya estoy practicando y cada vez que paso por un árbol o una farola, levanto la
pierna.
Fuente: "Diario del caos", VIcente Fisac. Amazon.
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