miércoles, 27 de mayo de 2020

Me gustaría ser un caballo


En esta ocasión no voy a hablar de la obra de teatro “Equuus” sino de una anécdota de mi más tierna infancia, en la que se demuestra que yo estaba predestinado a ser un gran creativo publicitario, un escritor con chispa e imaginación, dispuesto a captar la atención y despertar el interés del público hacia mis intereses, tal como se hace en Publicidad. Así sucedieron los hechos...

Tendría unos seis años y vivía entonces en Daimiel. Paseaba con mi padre cuando sucedió lo que suele suceder en los pueblos, que cada cinco pasos te encuentras a un conocido (en realidad en los pueblos se conoce todo el mundo) y te paras a hablar con él. Como podéis imaginar, aquél paseo se estaba haciendo interminable y así, una vez más, mi padre se paró a hablar con otro conocido mientras yo permanecía aburrido allí a su lado.

Surgió entonces mi vena creativa publicitaria. Ya sabéis que la base primordial de la Publicidad es llamar la atención, captar la atención del cliente potencial para después transmitirle el mensaje de persuasión sobre nuestro producto o servicio. Estaba claro que el producto que yo quería vender era el acabar ya aquél aburrido paseo y llegar a casa para poder jugar. Pero sabía que si les decía eso mismo, algo así como “papá vámonos ya a casa, que estoy cansado y aburrido”, la respuesta sería: “sí, sí, enseguida nos vamos” y no me harían ni caso y seguirían con su cháchara. Así que opté por la creatividad, por sorprenderles con algo inusual que los dejara perplejos, incapaces de reaccionar, haciendo patente mi deseo.

Fue así como les dije: “Papá, me gustaría ser un caballo”. Los dos –mi padre y su amigo- interrumpieron su conversación ante tan sorprendente afirmación y me miraron sorprendidos sin saber a qué obedecía eso. Me preguntaron que por qué decía eso y la respuesta fue una indirecta directísima: “...porque los caballos no se cansan cuando están de pie”. Fue así como comprendieron que allí había un niño que estaba muy cansado y quería irse a su casa, y afortunadamente reaccionaron como yo deseaba y se despidieron para que mi padre y yo pudiésemos -¡por fin!- emprender el camino de regreso a casa. ¿A qué niño se le hubiera ocurrido una cosa así? Sólo a un futuro creativo de Publicidad y original escritor como este que suscribe estas palabras.

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