Se llamaba Marisa (no recuerdo su apellido) y pasamos muy
buenos momentos, aunque fugaces, durante nuestra juventud. Un día le presté la novela de Knut Hamsun
“Victoria” y no me la devolvió, en realidad no volvimos a vernos después de
aquello.
Pero la novela en sí no me importa, sí en cambio todo lo
que compartimos y entre esas cosas hubo una muy especial: nuestros poemas.
Pocas cosas hay comparables a la emoción que siente un poeta cuando comparte e
intercambia poesías con una poetisa. Y en el libro “Todo Poesía” se incluyen
algunas de las poesías que un día, hace ya muchas décadas, intercambiaron estos
dos poetas.
¿Cómo olvidar aquellas palabras/emociones/sentimientos de
Marisa?:
“Te digo adiós y acaso te quiero todavía…”
“Él, al que yo hubiese amado tanto…”
“He murmurado tu nombre en la noche helada…”
“Sobre la tarde, tristemente, hay dolores de ausencia…”
“Todos los pájaros han cesado de cantar, todas las flores han muerto, por un
sol demasiado ardiente…”
“Luego, después de ahora, nada; y sentirás deshacerme por
tus dedos, la sangre negra del tiempo muerto, las esencias no medibles de las
cosas…”
“Porque te añoro y me añoras, te canto mis añoranzas…”
Quede constancia, pues, que aquellos poemas que Marisa y
yo compartimos, forman ahora parte no sólo de mi historia sino también del
libro que recoge mis más de 60 años como poeta en ejercicio.
“Todo Poesía”, de Vicente Fisac
No hay comentarios:
Publicar un comentario