Esta frase la hicieron popular hace poco más de un año los
seguidores del Mirandés, un modesto equipo de Segunda B, cuando vieron como la
fe sin límites, la convicción de que los milagros podían conseguirse, hizo que
este equipo llegase hasta semifinales en la Copa del Rey. Después de aquello,
la frase se ha escuchado en muchos campos de fútbol y sin duda también ha sido
adoptada en el mundo empresarial cuando se pide a los empleados que luchen por
el objetivo aunque este –a primera vista- parezca inalcanzable.
Diego Pablo Simeone, en su libro “El efecto Simeone (la
motivación como estrategia)”, nos la recuerda también: “Invito a la gente a pensar
que en la vida se puede mejorar, porque sí se puede”. Y en el conjunto de
reflexiones sobre motivación de grupos humanos que nos presenta –avaladas por
los éxitos que ha conseguido- nos descubre cuál es el camino: “Hay que tirar
hacia delante y no hacia atrás, esa es la diferencia entre unas personas y
otras”.
Con todo, lo más importante, lo que da credibilidad a todo
cuanto dice, es su ejemplo, porque lejos de la palabrería tan al uso, Simeone
va de frente por la vida y predica siempre con el ejemplo. Por eso puede
ponerse como ejemplo y decir bien alto: “No me guardé nada, entregué mi vida,
mi pasión, mi compromiso y mi esfuerzo”. Y cuando se va así por la vida, no se
puede poner ningún pero.
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