Mi peregrinaje por el mundo daliniano, recorriendo Port
Lligat, Púbol y Figueras, se ha visto salpicado por algunas anécdotas
surrealistas. La primera de ellas surgió al llegar a Port Lligat para visitar
su casa museo. Aparqué el coche al otro lado del pequeño puerto y contemplé la
singular figura de su casa al otro lado. Como el día era espléndido, con un
infinito cielo azul y un sol radiante que avivaba todos los colores, decidí
tomar una foto de tal panorámica. Mi sorpresa vino cuando contemplé la foto que
había realizado, porque el cielo era azul –en efecto- pero allí había aparecido
algo sobre la casa, algo en lo que no había reparado cuando hice la foto: dos
pequeñas nubes a modo de bigotes dalinianos.
Quizás era solo un guiño, una pequeña broma como anticipo
para lo que vendría después: una foto de mi alma y dos ángeles guardianes. Pero
esa historia la contaré mañana.
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