Cada vez es más frecuente escuchar cuando se va a la
farmacia, frases como esta: “Este producto ya no está financiado (no lo recetan
en la Sanidad pública) y ahora cuesta el doble o el triple o...”.
Lógicamente, si los medicamentos eran tan baratos era porque
el Gobierno no admitía un precio mayor si lo que querían los laboratorios era
que estuviese a disposición de los médicos de la Sanidad pública para que lo
recetasen. Y los laboratorios aceptaban... con gran disgusto de su casa central
(en el caso de las multinacionales).
Pasaban los años y subía el coste de los salarios, el coste
de fabricación, de los materiales de acondicionamiento del envase... pero el
Gobierno no admitía ninguna subida de precio... y no contento con eso, iba y
bajaba más los precios. Y los laboratorios tragaban.
Después, el Gobierno no paraba de autorizar genéricos a
precios de risa, restringía la lista de productos que se podían recetar en la
Sanidad pública, y obligaba a que –en caso de igualdad de precio entre producto
original y copia- el farmacéutico diese... ¡la copia! Y los laboratorios
tragaban.
Ahora, el Gobierno ha vuelto a reducir más aún la lista de
productos que se pueden recetar en la Sanidad pública... y por fin los
laboratorios, al ver cómo sus productos pierden esa fuente de recetas pero
ganan la posibilidad de ponerles el precio que ellos quieran y no el precio que
el Gobierno les había obligado... pues suben el precio para ponerlo en
consonancia con lo que debería costar; pero claro, era tan bajo el precio de
donde partían que por fuerza el nuevo precio supone una subida descomunal.
¿Qué nos encontramos ahora? Pues, por una parte, una
Medicina para ricos, los que pueden ir al médico privado o de la sociedad y
comprar luego en la farmacia el medicamento que les haya recetado, que ya lo
estará con su precio actualizado. Y por otra parte, una Medicina para pobres,
los que no pueden ir a la privada ni a la sociedad sino solo a la pública y
allí les recetarán paracetamol o ibuprofeno (da igual cuál sea la enfermedad
que tengan) y tal vez, si el médico ve que con alguno de esos dos fármacos no
es suficiente, les recete algún otro genérico. Y ser genérico significa que
lleva muchos años en el mercado y por lo tanto es un producto antiguo,
posiblemente (no siempre es así) superado por otros más modernos a los que sí
tendrán acceso los ricos. Pero, en cualquier caso, el médico de privada tiene
muchísimos fármacos donde elegir para recetar el que considere mejor para cada
paciente, mientras que el médico de la Sanidad pública sólo puede recetar
alguno de los fármacos que vengan en el listado (cada vez más reducido) de fármacos
financiados por el Gobierno.
2 comentarios:
Nunca me lo habían explicado tan bien; ahora lo entiendo perfectamente. De todas formas, yo, siempre que puedo(y el mal no es muy grave) recurro a productos naturales, son caros pero no suelen tener efectos secundarios.
MC
Un Gobierno que siempre está amenazando con nuevas bajadas de precios con lo cual llegará un momento que ningún Laboratorio resistirá y tendrán que irse...
Por otro lado están dejando una Sanidad empobrecida tanto en asistencia como en medicamentos.
Qué verguenza!!
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