¡Qué lejos quedan aquellos tiempos del “señor Doctor”...! Ahora los políticos venden humo (promesas, promesas,...), el cliente (ya no somos “pacientes”, sino “clientes impacientes”) llega a la consulta y exige todo lo que le han vendido los políticos. El médico, sobrecargado de trabajo, sin tiempo para la formación ni para la investigación, exprimido a base de guardias, y con salarios cada vez más bajos (el que no lo quiera que se vaya, que en los países menos desarrollados hay miles de médicos deseando venir a España para ser explotados aquí sin rechistar, simplemente porque allí están peor), pues –como decía- el médico tiene que “bajar a la realidad” al paciente y, en muchos casos, recibir sus muestras de desagrado.
Aquí nos gastamos el dinero (de nuestros impuestos) en formar médicos, los cuales se van al extranjero, o a la privada, o a cualquier otra cosa. Luego traemos médicos de otros países y nos trae sin cuidado ese expolio (total, si son países pobres, para qué quieren médicos...), se les convalida el título y lo que haga falta con tal de tener contratada su sumisión y poder mostrar a la población muchos hospitales y centros de salud donde les atenderán (da igual que la atención se la preste un experto o un principiante, un español o un foráneo que apenas balbucee nuestra lengua, un médico o uno de enfermería...) todo con tal de “atender” a ese cliente y que se lleve una receta de un medicamento genérico que hace 10 ó 15 años era el no va más, pero que hoy ha sido superado por otros medicamentos que sólo podrán adquirir los que vayan a la privada y paguen el importe íntegro del mismo.
Señores, un ejemplo concreto: (1) el esomeprazol es mucho mejor que el omeprazol. (2) No todos los omeprazoles genéricos tienen la misma eficacia; hay diferencias notables. (3) Lo normal en un Centro de Salud es que te receten el omeprazol que es mucho más barato.
Ese es el futuro: Medicina de primera para los que puedan pagarla. Medicina masificada para el resto de la chusma. Y mientras tanto, los políticos de turno irán a la privada o recibirán un tratamiento VIP en la pública. Ellos, como siempre, en otro mundo; el de sus privilegios.