En un par de ocasiones contraté a Juan Tamariz, el mejor o
al menos uno de los mejores magos de España, para que amenizase el fin de
fiesta de un par de Convenciones de Ventas en la empresa de agroquímicos en la
que trabajaba. La primera vez fue en el Hotel Palace de Madrid y allí nos dejó
a todos con la boca abierta porque nadie era capaz de descubrir cómo hacía
tales prodigios mágicos. ES más, al finalizar la actuación, en vez de coger el
dinero y salir corriendo, se quedó un rato con nosotros y accedió a hacernos
nuevos juegos de magia fuera de programa. El que más me sorprendió fue el
siguiente: mostraba una moneda en la palma de una mano y esa moneda pasaba por
arte de magia (nunca mejor dicho) de una mano a otra. Pero hay que explicar en
qué condiciones: estaba sentado con varias personas de mi empresa a su derecha,
otras a la izquierda y otra detrás; se había arremangado hasta el codo; sus
manos no tocaban nunca la mesa; y cada uno de sus brazos, a la altura de sus
muñecas, estaba agarrado firmemente por un compañero a cada lado. Pues en esas
condiciones era capaz de hacer desaparecer la moneda de una mano y que
apareciese en la otra, y no una sino muchas veces.
El éxito de su actuación fue tal que al año siguiente
decidimos contratarlo otra vez, en esta ocasión la convención se celebraba en
el Gran Hotel La Toja, en Galicia. Pero esta vez, me pidió que le ayudase en
uno de sus trucos. Así, en mitad de su actuación, sacó al escenario a un
vendedor y lo sentó en una silla. Mientras él lo distraía me hizo una seña para
que yo también saliese al escenario pero por detrás para que no me viese el
vendedor sentado, pero sí todos los demás espectadores. Tamariz no paraba de
mover una pequeña pelota de goma delante de los ojos del alucinado vendedor y
de repente la lanzaba por encima de su cabeza con tal habilidad que iba a parar
a mis manos y el vendedor tenía que frotarse los ojos porque no sabía a dónde
había ido a parar, y así varias veces, ante la incredulidad de la víctima y el
regocijo de todos los espectadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario