sábado, 7 de noviembre de 2015

El fuego

El fuego ha sido desde siempre el símbolo terrenal de lo divino, de ahí su gran poder inspirador y su utilización en los ritos religiosos.

Sentado confortablemente frente al fuego de la chimenea, o alumbrando la habitación con diversas velas, tal como se hace en los países nórdicos, el ser humano experimenta una mayor paz interior, una sensación de confort, y una ayuda para la meditación o cuando menos para el simple y maravilloso hecho de “pensar”.

El calor y el constante movimiento de las llamas estimulan la imaginación, focalizan nuestra conciencia y nos ayudan a entrar en un estado subjetivo de arrobamiento y meditación. No es de extrañar, pues, que los antiguos romanos se refirieran al fuego como “foco”.

Las llamas, aún las más simples de una vela, siguen siendo uno de los medios más importantes para ayudar al ser humano a volver su consciencia hacia su propio interior.

No hay comentarios: