A muchos nos enseñaron de pequeños a bendecir la mesa, es
decir, dar gracias a Dios por los alimentos que podemos disfrutar, antes de
comenzar cada comida. A algunos no nos gustan tanto esas manifestaciones
exteriores y preferimos el fondo a la forma. Sea como fuere, unos simples
instantes (de palabra o de pensamiento) dedicados a dar las gracias por la
comida que vamos a realizar es, como mínimo, de buena educación. Ya lo dice el
refrán: “De bien nacidos es ser agradecidos”.
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