Si como se dice, una imagen vale más que mil palabras, lo
que hacemos vale más que mil sermones. En vez de decir “haz esto”, “deberías
hacer tal cosa”, “yo que tú haría”, etc. lo que debemos hacer si de verdad nos
parece acertado nuestro consejo es hacerlo nosotros en vez de decirlo. Que vea
esa persona en quien queremos influir cómo nos comportamos nosotros. Un
ejemplo, sin palabras, tiene mucha más fuerza y poder de influencia que mil
sermones que después se acompañan del ejemplo contrario. Dicho de otra forma:
“No digas a los demás lo que tienen que hacer. Hazlo tú sin decir nada. Esa es
la más eficaz de las órdenes que puedas dar a los demás”.
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