lunes, 18 de febrero de 2013

¡Esto es un atraco!


-         ¡Manos arriba, esto es un atraco!
-         Disculpe Sr. atracador, ¿me puede mostrar bien la navaja con la que me está apuntando al cuello, dispuesto a rebanarlo?
-         ¿Cómo dice?
-         Sí, verá, es que quiero defenderme de su agresión, pero no puedo hacerlo con un arma superior a la suya porque de ser así no se consideraría que actúo en defensa propia. Por eso permítame que abra este cajón en el que guardo una pistola y varios cuchillos para encontrar uno que sea igual o inferior al suyo y así poder defenderme sin que caiga sobre mí todo el peso de la justicia.

¿Qué os parece este diálogo? ¿Absurdo? ¿Surrealista? Pues este el diálogo que debería mantener con su atracador cualquier honesto ciudadano español que fuese asaltado. Según la injusticia española, para que se considere que un asaltado actúa en defensa propia, debe responder con un arma defensiva que sea igual o inferior a la del atacante; si no, el asaltado sería condenado mientras que el agresor continuaría libre y asaltando a otros honrados ciudadanos. ¿Qué no te lo crees? Pues lee lo que le ha pasado hace dos días a un joyero madrileño, el cual está acusado de dos homicidios (y eso que todavía no se ha muerto ninguno de los dos asaltantes, sino que ambos están heridos por disparos, aunque uno de ellos grave) por disparar a dos atracadores que golpearon a su hija y amenazaron con matarla si no les entregaba todo el dinero y las joyas. Según la injusticia española, ese joyero es un criminal por defender su vida y la de su hija con una pistola frente a los inocentes cuchillos con que los atracadores acariciaban el cuello de su hija.

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