-
¡Manos arriba, esto es un atraco!
-
Disculpe Sr. atracador, ¿me puede mostrar bien la
navaja con la que me está apuntando al cuello, dispuesto a rebanarlo?
-
¿Cómo dice?
-
Sí, verá, es que quiero defenderme de su agresión, pero
no puedo hacerlo con un arma superior a la suya porque de ser así no se
consideraría que actúo en defensa propia. Por eso permítame que abra este cajón
en el que guardo una pistola y varios cuchillos para encontrar uno que sea
igual o inferior al suyo y así poder defenderme sin que caiga sobre mí todo el
peso de la justicia.
¿Qué os parece este diálogo? ¿Absurdo? ¿Surrealista?
Pues este el diálogo que debería mantener con su atracador cualquier honesto
ciudadano español que fuese asaltado. Según la injusticia española, para que se
considere que un asaltado actúa en defensa propia, debe responder con un arma
defensiva que sea igual o inferior a la del atacante; si no, el asaltado sería
condenado mientras que el agresor continuaría libre y asaltando a otros
honrados ciudadanos. ¿Qué no te lo crees? Pues lee lo que le ha pasado hace dos
días a un joyero madrileño, el cual está acusado de dos homicidios (y eso que
todavía no se ha muerto ninguno de los dos asaltantes, sino que ambos están
heridos por disparos, aunque uno de ellos grave) por disparar a dos atracadores
que golpearon a su hija y amenazaron con matarla si no les entregaba todo el
dinero y las joyas. Según la injusticia española, ese joyero es un criminal por
defender su vida y la de su hija con una pistola frente a los inocentes
cuchillos con que los atracadores acariciaban el cuello de su hija.
No hay comentarios:
Publicar un comentario