Todo aquél que ostenta el poder queda inmediatamente
contaminado por el virus que allí vive y que le infecta cada vez más conforme
va pasando el tiempo. Todo aquél que ostenta el poder siente la inclinación de
adoctrinar a los demás. Ayer (en 1957 según refleja un libro de texto de aquella época) se enseñaban a los niños cosas como estas:
“Se llama Don Francisco Franco Bahamonde. Y nació en la
Galicia húmeda y verde. Por sus hazañas, allá en tierras del moro, era ya a los 33
años general del Ejército español. Hoy es el Caudillo de España.
Franco ama a España por encima de todo. Por encima de su
vida y de su tranquilo bienestar.
Franco ha sido el Generalísimo de la Victoria. Y desafió a
la muerte en todos los campos de la Patria para ganar la guerra.
Franco es el gobernante sabio. Y trabaja en silencio, sin
descanso, para guiarnos en la paz. Por él, España ha vuelto de nuevo a ser grande y libre;
admirada y temida. Y cristiana. Por él no falta el pan en tu mesa; ni la lumbre en tu
hogar”.
Hoy en día, lejos de haber aprendido la lección, se
adoctrina a los jóvenes en el laicismo. Y digo yo: ¿no podrían limitarse a
enseñar matemáticas, literatura, etc. simplemente? Por qué se empeñan siempre
en “enseñar” a todos qué es “lo que tienen que pensar”?
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