La película “El vuelo” por la que Denzel Washington opta al
Oscar al mejor actor, tiene un fallo garrafal, y no me refiero al fallo del
avión siniestrado. Vaya por delante, no obstante, que la película es buena y la
interpretación excelente, que las 2 horas y 18 minutos que dura la película se
pasan volando (lo cual no deja de ser un contrasentido puesto que el avión se
estrella enseguida), pero todo eso no quita para percatarse de un fallo
tremendo que quita credibilidad a la película.
Tras el accidente se ve al protagonista en el hospital. La
cámara le enfoca la cara y se ve su ojo derecho ensangrentado a causa de los
múltiples golpes sufridos en el accidente. Afortunadamente no tiene nada roto y
le dan el alta a los dos o tres días. Entonces, nada más salir del hospital, a
los tres días como mucho de haber ocurrido el accidente, la cámara le enfoca la
cara y ¡oh sorpresa! ¡todos los derrames que tenía en el ojo derecho han
desaparecido como por arte de magia! De todos es sabido que una simple venita
que se rompa en un ojo nos deja una mancha de sangre que tarda semanas en
reabsorberse. Sin embargo, en el caso de Denzel Washington, toda la sangre que
tenía en ese ojo se reabsorbió en tan solo un par de días. Supongo que ahora
todos los oftalmólogos del mundo estarán preguntándose qué maravilloso
médicamente le han dado para que se produzca tan instantánea reabsorción del derrame
ocular.
Es cierto que Denzel se ha hecho merecedor al Oscar por esta
interpretación, pero el script (o la script) de esta película, es decir, la
persona responsable de que no se produzcan este tipo de anacronismos en una
película, debería ser candidata o candidato por dicho motivo a los anti-oscar
que cada año se celebran para premiar lo peor del año.
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