El vapor de agua que surge por las grietas del suelo es una de las señas características de Islandia. En cualquier región que visites, te das cuenta que la Tierra está viva y palpita bajo tus pies. Aquí comprendes, mejor que en cualquier otro sitio, que la Tierra (Gaia) es un ser vivo y nosotros somos los piojos (los molestos piojos) que la incordiamos. Hasta que de vez en cuando, cada varios millones de año, se sacude igual que un perro se sacude el agua, y todos los piojos salimos disparados y desaparecemos... hasta que varios millones de años después, nuevos seres (inteligentes o no) vuelven a colonizar su superficie. Y así en un ciclo sin fin que se viene produciendo desde que los planetas se formaron alrededor de nuestro Sol y durará hasta que los últimos resplandores del Sol se hayan apagado. En esta inmensidad de tiempo, la Humanidad, toda la Humanidad, solo habrá sido una pequeña plaga de piojos cuyo picotazo incordió por un segundo a Gaia. No lo olvides, tú y yo y todos, solo somos unos parásitos, unos insignificantes microbios cuya vida solo supone un nanosegundo de molesto picor.
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