A
los ocho años comencé a escribir pequeños relatos. A los 13 años comencé a
escribir poesía. Con 16 años los libreros se sorprendían cuando me veían entrar
y pedir, por ejemplo, un libro de poemas de José Hierro. Con 17 años, yo era el
único joven que se veía en el patio de butacas del Teatro Español presenciado
un recital de poemas de la gran actriz y recitadora argentina Berta Singerman.
Con 19 años (en 1968) me compré cuatro libros, del autor Julián Fernández
Gutiérrez, cuyos títulos dicen bien a las claras cuáles eran mis inquietudes: “¿Quién
es Dios?”, “¿Qué es lo ultrahumano?”, “¿Cómo es el fin del mundo?” y “¿Qué hay
al otro lado de la barrera de la muerte?”.
Siempre
he mirado más allá y siempre he tenido la certeza de que este mundo es una
estación de tránsito y que la vida (la verdadera vida) es lo que nos espera
cuando muramos.
Alcanzada
ya la edad de 74 años, puedo decir que he cumplido, y con creces, las tres
cosas que se dice debe hacer toda persona en esta vida: Tener un hijo, plantar
un árbol y escribir un libro.
He
tenido tres hijos; he plantado un árbol (y no en cualquier sitio, sino en el
país más paradisíaco del planeta: Islandia); y he escrito no uno sino más de 30
libros.
Quería
estudiar algo que permitiese explotar todos los recursos de mi imaginación y
descubrí la recién implantada carrera de Publicidad.
Quería acabar la carrera cuanto antes, y la carrera de Publicidad fue de sólo tres años de duración; al año siguiente a la finalización de mis estudios ya pasó a ser de cinco años.
Quería casarme pronto, y me casé el día que cumplí 23 años.
Quería tener hijos y una pareja estable, y tuve tres hijos y he cumplido ya las bodas de oro con mi mujer.
Quería vivir de mis escritos, y así lo hice, primero en Publicidad y después en el ámbito del Periodismo de empresa como responsable de Comunicación de un gran laboratorio.
Amaba los países nórdicos, y la empresa británica en la que trabajaba se fusionó con una sueca, lo que me facilitó el contacto y los viajes a los países nórdicos.
Quería conocer por dentro cómo eran los nórdicos, y tuve amigos de Noruega e Islandia que me invitaron a países para vivir la experiencia como uno de ellos, no como un turista.
Quería triunfar en mi profesión, y recibí el reconocimiento profesional a mis logros en el ámbito de la Comunicación en la industria farmacéutica.
Quería… en fin, tantas cosas… que la mayoría de ellas se hicieron realidad, pero…
Sí,
esto hay que añadirlo: Nunca me quedé sentado esperando que las cosas vinieran
a mí, sino que me esforcé y luché por conseguirlas. Hay gente que dice “hasta
que no me paguen más, no hago nada más”; en cambio yo dije e hice lo siguiente:
“mira todo lo que trabajo, cómo lo hago de bien, y el éxito que está teniendo…
así que me merezco un aumento de sueldo”. Y gané mucho dinero, y viajé por toda
Europa, y –lo más importante- disfruté con mi trabajo e hice que los empleados
que dependían de mi disfrutasen también con su trabajo.
Tengo
que estar agradecido a la vida, pero también la vida tiene que estarme
agradecida porque lo que he conseguido me lo he currado.
Ahora,
ya al final de mi camino, he sentido la necesidad de compartir en este blog
unos últimos pensamientos y reflexiones que quedarán en la nube de Internet con
la esperanza de que puedan servir de ayuda a quien los lea. Ojalá el afortunado
seas tú.
Vicente
F.R.C.
Todos los libros de Vicente Fisac, disponibles en Amazon, en ediciones digital e impresa:
“Biblioteca Fisac”: https://amzn.to/3sOO1Yq
Quería acabar la carrera cuanto antes, y la carrera de Publicidad fue de sólo tres años de duración; al año siguiente a la finalización de mis estudios ya pasó a ser de cinco años.
Quería casarme pronto, y me casé el día que cumplí 23 años.
Quería tener hijos y una pareja estable, y tuve tres hijos y he cumplido ya las bodas de oro con mi mujer.
Quería vivir de mis escritos, y así lo hice, primero en Publicidad y después en el ámbito del Periodismo de empresa como responsable de Comunicación de un gran laboratorio.
Amaba los países nórdicos, y la empresa británica en la que trabajaba se fusionó con una sueca, lo que me facilitó el contacto y los viajes a los países nórdicos.
Quería conocer por dentro cómo eran los nórdicos, y tuve amigos de Noruega e Islandia que me invitaron a países para vivir la experiencia como uno de ellos, no como un turista.
Quería triunfar en mi profesión, y recibí el reconocimiento profesional a mis logros en el ámbito de la Comunicación en la industria farmacéutica.
Quería… en fin, tantas cosas… que la mayoría de ellas se hicieron realidad, pero…
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