Ya
lo he comentado muchas veces y no me cansaré de repetirlo: Hay que pensar
siempre en positivo. Como dice esa frase popular: “Nada es verdad ni es
mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Y bien que es
cierto; las personas optimistas son más felices que las personas pesimistas.
Los
optimistas se enfrentan a la vida con una actitud positiva, buscan siempre el
lado bueno de las cosas y cuando se enfrentan a algo negativo lo toman como una
prueba, como un ejercicio que deben hacer para seguir aprendiendo y mejorando.
Además, si nos paramos a pensar nos daremos cuenta que por muy negativo que sea
un panorama, siempre habrá algo que sea positivo, por muy insignificante que
sea; siempre hay –si lo buscas, seguro que lo encuentras- un resquicio para la
esperanza.
En
el lado opuesto, los pesimistas viven apesadumbrados porque sólo se fijan en lo
negativo y eso les conduce a una sensación de abandono, de pasividad, de bajar
los brazos ante la adversidad y no hacer nada por cambiar la situación salvo
protestar y quejarse de su mala suerte. Y es tanto el pesimismo y depresión que
les invade que van buscando siempre el lado negativo de las cosas, tanto es así
que si un día encuentran que todo está bien, inmediatamente pensarán en algún
lugar o alguna circunstancia ajena en la distancia o en el tiempo en donde la
cosa no pinte tan bien. Para ellos, todo está mal y no hacen nada por remediarlo
y eso les conduce al pesimismo más absoluto e incluso a la depresión más
profunda.
Yo
recomiendo siempre ser práctico. Vamos a ver, si el optimismo nos sienta bien y
el pesimismo nos sienta mal, lo lógico es tratar de ser optimista y buscar el
lado bueno de las cosas. Es pura lógica. Si estoy en un buffet y tengo ante mí
una gran variedad de alimentos donde escoger, lo lógico es que coma aquellos
que más me gustan y me sientan mejor… ¿a quién se le ocurriría elegir los
alimentos que más le desagradan y que encima le sientan peor? Pues esto es lo
mismo.
Y
siguiendo con el pragmatismo (rimbombante palabra para decir “práctico”), si
eres de esos más tendentes a ver todo negro, plantéate esto como un juego o
como un reto aunque sólo sea para distraerte y divertirte: Cada vez que te
venga a la cabeza un pensamiento negativo, y cada vez que te suceda algo
negativo, busca inmediatamente algo positivo (por muy difícil que te parezca al
principio, inténtalo y seguro que encuentras algo bueno o alegre aunque te
parezca irrelevante). A continuación, si quieres, prueba a apuntar ese
pensamiento positivo en una libreta. Los primeros días dejarás muy pocas cosas
escritas en esa libreta, es decir, habrás encontrado muy pocas cosas positivas
en el mundo que te rodea, pero verás cómo con el transcurrir de los días vas
encontrando más y más y tu libreta comienza a llenarse de positivo… y tu vida
cambiará de color, pasará de la oscuridad a la luz.
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