sábado, 19 de agosto de 2023

AMORC 246 (primera parte)

Las siglas AMORC corresponden a la Antigua y Mística Orden Rosa Cruz. Es una organización iniciática y fraternal que se dedica a la investigación, estudio y aplicación práctica de enseñanzas espirituales, esotéricas y místicas para que aprendamos a vivir en armonía con las Leyes Naturales y nos conozcamos mejor a nosotros mismos para perfeccionarnos como seres humanos.
 
Sus orígenes se remontan al antiguo Egipto, cuando el faraón Tutmosis III (1504-1447 a.c.) agrupó a los Iniciados de las antiguas escuelas Osirianas en una fraternidad única. Setenta años después, el faraón Amenotep IV (quien cambió su nombre por el de Akhenaton) dio un gran impulso a la misma e implantó el culto a un dios único.
 
A lo largo de los siglos, los rosacruces han sido como el río Guadiana, que aparece, desaparece y vuelve a aparecer. Así, la pista de los rosacruces se pierde en muchas épocas –a veces durante siglos- pero luego vuelve a reaparecer. La última reaparición fue en el año 1915 cuando Harvey Spencer Lewis configuró esta Orden tal como la conocemos hoy en día.
 
Es una organización no sectaria y apolítica. A diferencia de otras organizaciones, no se impone a sus miembros ninguna creencia sino que se les anima a que cada uno estudie, compare y forme sus propias opiniones y creencias, con el respeto –eso sí- a las opiniones y creencias de todos los demás.
 
Nada que ver, pues, con sectas, ni con masonería, aunque sus templos se llamen “Logias” y celebren ceremonias iniciáticas. Cualquier buscador de la verdad, cualquier persona interesada en conocer los misterios de la vida y del más allá, es bienvenido a esta Orden y puede seguir sus enseñanzas. Y no es como otras organizaciones que piden y piden cada vez más dinero a sus miembros (aquí la cuota para seguir sus enseñanzas es muy modesta, más o menos lo mismo que cuesta hacerse socio de un club de fútbol), ni como otras organizaciones de las que es casi imposible salir (yo mismo he entrado y salido dos veces a lo largo de mi vida).
 
No es ninguna organización religiosa (pueden ser miembros personas de cualquier religión; quizás los únicos que no pertenecerán nunca a ella serán los agnósticos, porque esta es una organización para creyentes en un dios y una vida tras la muerte); tampoco es una organización política, puesto que no es afín a ningún partido político; ni tampoco es una empresa para ganar dinero, ya que los ingresos por cuotas y por la venta de libros o de cualquier otra vía que eventualmente pueda ofrecerse, es muy modesta y está claro que sólo va destinada a cubrir gastos.
 
Por otra parte, sus enseñanzas se reciben por correo (ahora también por email) y puedes seguirlas simplemente desde tu casa, aunque también existe la posibilidad –si así lo deseas- de acercarte de vez en cuando a alguno de sus centros y participar en alguna de sus reuniones, pero ya digo que esto último sólo depende de ti y puedes –por tanto- ser rosacruz sin más contacto que tus propios pensamientos.
 
Con todo, lo mejor de AMORC es que te anima a pensar por ti mismo y a que sea cada uno el que encuentre su verdad (suelen decir, por ejemplo, “el Dios de tu corazón”, es decir, el que tú sientes, no el que te imponga nadie).
 
Está claro que, después de esta introducción, no debería extrañar que ahora confesase que yo he sido rosacruz, y además uno de los primeros. ¿Quieres conocer la historia? Mañana te la contaré…
 
Vicente F.R.C.
 

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