Corría
el año 1978 y la Antigua y Mística Orden Rosa Cruz (AMORC) estaba en pleno
proceso de expansión por todo el mundo. En el caso de España era completamente
desconocida por lo que decidieron anunciarse en algunos medios de comunicación.
En mi caso (yo contaba por entonces 29 años) vi un anuncio en el diario “ABC” y
decidí escribir a la dirección postal (no existía Internet) que allí indicaban
y que era de San Francisco (California, Estados Unidos). Como me convenció lo
que ofrecían a los buscadores sinceros de la verdad, y la cuota para recibir
las enseñanzas era muy pequeña (como hacerse socio de un equipo de fútbol), me
hice miembro Rosacruz y fui uno de los primeros en España. Tan de los primeros fui que mi credencial llevaba las siglas de identificación 5-779-295 S y no fue hasta el año 1992 en que -ya consolidada la Orden en España, me registraron con el nº
246 (de ahí el título que he dado a estos dos post contando mi historia).
A
lo largo de los años fui siguiendo sus estudios, a pesar de todas las
dificultades que entrañaba tener hijos pequeños y un trabajo que me obligaba a
múltiples reuniones y viajes por toda Europa. En esa etapa, las enseñanzas
llegaban por correo postal desde California, y de vez en cuando escribía a la
central contando mis progresos o planteando preguntas. En un momento determinado,
decidí pedir una excedencia, es decir, dejar de recibir sus enseñanzas y dejar
de pagar cuotas; pero lo llamé “excedencia” y no “baja”, porque ya me había
dado cuenta que yo era rosacruz antes de conocer su existencia, miembro activo
cuando me apunté, y seguiría siendo rosacruz en mi corazón por mucho que
cancelase mi compromiso de enseñanzas y humildes pagos con ellos.
Pasados
unos años, con AMORC ya instalada en España y varias sedes por la geografía
española, sentí el deseo de volver a ser miembro activo y continuar las
enseñanzas. Y así estuve varios años hasta que nuevamente interrumpí esta
afiliación. Nunca hubo el más mínimo problema ni para darme de alta ni para
darme de baja.
Lo
que sí puedo afirmar es que manteniendo activa o pasiva mi afiliación, yo he
sido, soy y seré siempre rosacruz, e independientemente de recibir regularmente
o no sus enseñanzas, he continuado alimentando mi ser espiritual. Y eso es lo
único que de verdad importa.
Vicente
F.R.C
PD.-
Verás que este post aparece firmado como “Vicente F.R.C.” porque así es como
suelen firmar los rosacruces. Sin embargo, en mi caso, quizás como una señal
del destino, las letras “F.R.C” son curiosamente las letras de mis tres
primeros apellidos: Fisac Rodríguez Clemente.
Mensajes desde el otro lado…
“No son coincidencias”: https://amzn.to/2OCmSsO
Mensajes desde el otro lado…
“No son coincidencias”: https://amzn.to/2OCmSsO
No hay comentarios:
Publicar un comentario