domingo, 20 de agosto de 2023

AMORC 246 (segunda parte)

Corría el año 1978 y la Antigua y Mística Orden Rosa Cruz (AMORC) estaba en pleno proceso de expansión por todo el mundo. En el caso de España era completamente desconocida por lo que decidieron anunciarse en algunos medios de comunicación. En mi caso (yo contaba por entonces 29 años) vi un anuncio en el diario “ABC” y decidí escribir a la dirección postal (no existía Internet) que allí indicaban y que era de San Francisco (California, Estados Unidos). Como me convenció lo que ofrecían a los buscadores sinceros de la verdad, y la cuota para recibir las enseñanzas era muy pequeña (como hacerse socio de un equipo de fútbol), me hice miembro Rosacruz y fui uno de los primeros en España. Tan de los primeros fui que mi credencial llevaba las siglas de identificación 5-779-295 S y no fue hasta el año 1992 en que -ya consolidada la Orden en España, me registraron con el nº 246 (de ahí el título que he dado a estos dos post contando mi historia).
 
A lo largo de los años fui siguiendo sus estudios, a pesar de todas las dificultades que entrañaba tener hijos pequeños y un trabajo que me obligaba a múltiples reuniones y viajes por toda Europa. En esa etapa, las enseñanzas llegaban por correo postal desde California, y de vez en cuando escribía a la central contando mis progresos o planteando preguntas. En un momento determinado, decidí pedir una excedencia, es decir, dejar de recibir sus enseñanzas y dejar de pagar cuotas; pero lo llamé “excedencia” y no “baja”, porque ya me había dado cuenta que yo era rosacruz antes de conocer su existencia, miembro activo cuando me apunté, y seguiría siendo rosacruz en mi corazón por mucho que cancelase mi compromiso de enseñanzas y humildes pagos con ellos.
 
Pasados unos años, con AMORC ya instalada en España y varias sedes por la geografía española, sentí el deseo de volver a ser miembro activo y continuar las enseñanzas. Y así estuve varios años hasta que nuevamente interrumpí esta afiliación. Nunca hubo el más mínimo problema ni para darme de alta ni para darme de baja.
 
Lo que sí puedo afirmar es que manteniendo activa o pasiva mi afiliación, yo he sido, soy y seré siempre rosacruz, e independientemente de recibir regularmente o no sus enseñanzas, he continuado alimentando mi ser espiritual. Y eso es lo único que de verdad importa.
 
Vicente F.R.C
 
PD.- Verás que este post aparece firmado como “Vicente F.R.C.” porque así es como suelen firmar los rosacruces. Sin embargo, en mi caso, quizás como una señal del destino, las letras “F.R.C” son curiosamente las letras de mis tres primeros apellidos: Fisac Rodríguez Clemente.
 

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