Cuando
soñamos que estamos volando –por ejemplo- estamos volando realmente. Los sueños
tienen tanta realidad (o más) que la vida que llevamos cuando estamos
despiertos. En estado de sueño podemos
hacer todo cuanto nuestra imaginación y voluntad desee. Podemos hablar con
personas que se encuentran a muchos kilómetros de distancia… o que ya han
muerto; podemos visitar lugares en los que ya estuvimos alguna vez aunque ahora
ya hayan dejado de existir; podemos ir atrás o adelante en el tiempo; podemos
desplazarnos de forma instantánea de un lugar a otro e incluso estar al mismo
tiempo en lugares e incluso épocas diferentes; podemos detener el tiempo y
cambiar el curso de los acontecimientos; podemos recibir enseñanzas y compartirlas
con los demás; podemos realizar todo tipo de actividades; podemos solucionar
problemas…
Todo
lo que he expuesto en el párrafo anterior es lo que podremos hacer cuando
hayamos muerto y estemos vivos al otro lado. Por eso son tan importantes los sueños
y el aprender a recordarlos, porque nos van familiarizando con lo que
encontraremos después. Y siempre resultará más agradable llegar a un entorno
que nos resulta familiar que arribar a un lugar que no es completamente
desconocido.
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