Estás
sentado tranquilamente en el salón de tu casa. Miras hacia la mesa que tienes
delante, con un refresco y un libro (bueno, eso era antes, ahora hay que decir:
con un refresco y el móvil al lado). Estás pendiente del móvil, quizás porque
esperas una llamada. Tu atención está centrada tanto en él que no te das cuenta
que a tu alrededor hay una mesa grande y unas sillas, que hay otro sofá y un televisor,
que hay una librería con objetos de adorno y algún libro. Nada de eso percibes,
porque sólo estás mirando el móvil esperando esa llamada y quizás también miras
de vez en cuando el vaso de refresco para calmar tu sed. Según esto, sólo
existen el vaso con refresco y el móvil; nada más. Y sin embargo tú sabes que
sí que hay más cosas en la habitación.
Algo
así sucede con las otras realidades, con los otros mundos que coexisten con
este. Todos están juntos, simultáneos, ocupando el mismo tiempo y lugar aunque
ya hemos dicho que esos conceptos “tiempo” y “espacio” no existen, sino que son
interpretaciones nuestras.
Las
otras realidades están aquí mismo, a tu lado, pero tu cortedad de miras no es capaz
de verlas. Algunas personas, a través de la meditación, son capaces de
sintonizar muy levemente con otras realidades y recibir de ellas inspiración y
conocimiento. Y tú mismo, aunque no seas consciente de ello, también recibes de
vez en cuando esa ayuda externa, proveniente de otras realidades, sólo que les
das otros nombres diferentes como, por ejemplo: inspiración, estado de ánimo,
emoción, etc.
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