Ponte
a mirar ahora una fotografía tuya tomada hace diez años, por ejemplo. ¿Ese eres
tú? “Claro que soy yo ¿no me ves? Más joven, claro”, responderás. Pero ese
cuerpo que contemplas en la fotografía antigua ya no existe, ha muerto porque
la mayoría de las células, de los átomos que componían ese cuerpo han muerto y
han sido reemplazados por otros. Así que tu cuerpo de ahora mismo, es
completamente diferente al de hace 10 años, pero no porque hayas “envejecido”
sino porque la materia de que estaba hecho el cuerpo de la fotografía ya no
existe y tú estás hecho ahora de otra materia diferente.
Por
eso no conviene identificarnos tanto con nuestro cuerpo, porque es un simple
saco de materia que muere y nace, que se va renovando, y que algún día desaparecerá.
Nosotros somos lo que hay dentro y eso también evoluciona pero sigue siendo el
mismo, nada de él se destruye ni desaparece.
El yo que somos, el yo que queremos ser… ¿y si hubiera un tercer yo?...
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