El diario “El País” se rige (en teoría) por unos sólidos
principios y normas, los cuales vienen recogidos en su “Libro de estilo”. Uno
de sus capítulos hace referencia a las “singularidades” propias de esta publicación,
entre las cuales nos llama la atención la “singularidad informativa 1.32”.
Dice en este punto que “La línea editorial del periódico
es contraria al fomento del boxeo, y por ello renuncia a recoger noticias que
contribuyan a su difusión”. Hasta aquí todo normal, ya que cada cual escribe
sobre lo que quiere y si este periódico no quiere dar ninguna noticia sobre
boxeo está en su derecho de hacerlo, aun cuando eso suponga hurtar al lector de
sus secciones deportivas determinados acontecimientos que son claramente de
interés informativo como cuando un boxeador español gana un campeonato
internacional, por citar solo un ejemplo.
Pero veamos lo que añade también en este punto: “El
periódico no publica informaciones sobre la competición boxística, salvo las
que den cuenta de accidentes sufridos por los púgiles o reflejen el sórdido
mundo de esta actividad”. ¡Toma ya! Resulta que tiene como principio no hablar
de boxeo, pero si la noticia es mala, entonces sí.
¿Dónde queda su principio de “acoger todas las
tendencias, excepto las que propugnan la violencia para el cumplimiento de sus
fines”? Este diario califica al boxeo como actividad violenta y no le dedica
información aun cuando las noticias sean importantes y positivas; en cambio sí
que le dedica información cuando la noticia es mala y evidentemente violenta.
“El País” se contradice a sí mismo, incumple sus propios
principios de libertad de información y se muestra como un hipócrita que tira
flores a sí mismo diciendo que no habla de boxeo porque es violento, pero luego
tienen todas sus páginas llenas de informaciones violentas (violencia en el
deporte, violencia de género, violencia en conflictos armados, violencia en
revueltas callejeras…).
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