Ya estamos otra vez en los prolegómenos de la campaña
electoral y de nuevo proliferan las encuestas, unas encuestas que son más
falsas que un euro de madera. ¿Cómo se explica, si no, que según qué partido
las presente dichas encuestas favorezcan al partido que las presenta? Pero la principal
raíz de su falsedad no está en quien hace las encuestas sino en los encuestados.
Cuando a los españoles les preguntas a qué partido van a votar, la mayoría
miente y no desvela sus verdaderas intenciones, respondiendo en su lugar con la
respuesta que creen se espera de ellos.
Los que hacen las encuestas no son tontos, ya saben esto,
y no reflejan los resultados tal como les salen, sino que los interpretan,
retocan, les ponen filtros, les incluyen factores de corrección… es decir, las
manipulan para que salga “algo más apropiado”.
Y ahora viene lo mejor: Cuando llega el día de la
votación, muchos cambiarán de opinión en el último momento y la mayoría votará
no a quien pensaba hacerlo durante la campaña sino al que creen –según las encuestas, es decir, según las
manipuladas encuestas- que será el ganador. Es como en los prolegómenos de las
apuestas hípicas o deportivas, a la gente le gusta “apostar a ganador”.
Por eso son tan importantes las encuestas, porque la
gente se fija en ellas y modifica su voto en función de lo que va saliendo… y
precisamente por eso, quienes las hacen, las manipulan.
La paradoja de todo esto es que los resultados de las
encuestas son falsos, y sin embargo al final aciertan.
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