Aunque
estemos en el siglo XXI la tortura sigue estando presente en nuestras vidas y,
unas veces porque nosotros somos los torturadores, y otras porque somos
nosotros a quienes torturan, seguimos igual que hace siglos. Lo que sí han
cambiado han sido los instrumentos de tortura, los cuales se han ido adaptando
a los nuevos tiempos. Un ejemplo de instrumento de tortura utilizado hasta hace
tan solo unos pocos años es este que vemos en la fotografía: un proyector de
cine Super 8.
Este
típico ejemplo de instrumento de tortura tuvo su época dorada en los años 70 y
los poseedores del mismo, cada vez que recibían visitas en su casa, las
obligaban a sentarse y contemplar las películas que habían hecho durante las
vacaciones. Normalmente se trataba de películas de pésima calidad, repetitivas,
inconexas e interminables, que para colmo iban siempre acompañadas de los
comentarios del torturador. Además era curioso que dichas imágenes y
comentarios hiciesen mucha gracia al torturador y ninguna –claro está- a los
torturados.
Durante
los próximos días os invitaré a la proyección de algunas de esas películas. Si
sois masoquistas, os encantarán.
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