¿Quién
no ha sufrido el ataque de ese familiar o amigo que aprovechando nuestra visita
a su casa nos enseña todas las fotos y películas de sus viajes? Como nos pilla desprevenidos,
sentados cómodamente y tomando un aperitivo, no somos capaces de reaccionar y
salir huyendo; cuando queremos darnos cuenta ya es demasiado tarde y la
interminable sucesión de fotos y/o películas ya ha comenzado. Mientras nosotros
tratamos de evadirnos pensando en nuestras cosas o en qué excusa poner para
marcharnos, nuestro anfitrión disfruta de lo lindo sin percatarse de nuestra
angustia.
En
fin ¿qué os voy a contar si todos nosotros hemos caído más de una vez en esa
encerrona.
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