En un lugar de la blogosfera, de cuyo nombre sí que me
acuerdo, no ha mucho tiempo vivía un hidalgo escritor de palabras inefables.
Hete aquí que un buen día, mientras engordaba uno de sus post, se le apareció
una anónima moza que le espetó “¿No has pensado en hacer un cadáver exquisito?”
y un hidalgo que frecuentaba aquellos parajes –viendo la cara de interrogación
del susodicho- añadió: “¿Sabes lo que es un cadáver exquisito?”.
Ante tamaña insistencia nuestro hidalgo escritor acudió
al oráculo que todo lo sabe: Wikipedia. Y allí comprobó que un “cadáver
exquisito” es una obra (en este caso una novela) que se escribe entre varias
personas que se van turnando para dar paso a las sucesivas aportaciones, sin un
guión fijo sino todo lo contrario: improvisado. De esta manera, y a diferencia
de cualquier novela donde el autor tiene en la cabeza qué derroteros va a
seguir la historia, en las novelas que adoptan la técnica de “cadáver
exquisito” ni siquiera los autores saben qué va a suceder a continuación,
porque por mucho que uno se esmere en hacerla progresar en un sentido, luego
llega el siguiente y cambia todo de un plumazo. Esto genera continuas sorpresas
no solo a cada uno de sus autores, sino también, y por supuesto, al lector a
quien va dirigida la historia.
Pero estamos hablando de cadáveres “exquisitos” y esto
significa que la historia debe tener empaque y atractivo, coherencia y ritmo,
un estilo que aglutine los diferentes estilos de sus autores, y un interés en
suma que atrape al lector. Y si por añadidura, el humor está presente, dicho
cadáver podría acabar ensalzado en la Guía Michelín.
“Pues sí, yo me atrevo”, dijo el hidalgo escritor,
conocido como “Palabras Inefables”. A lo que otro hidalgo, de nombre
“Wambabaluba” se sumó presto: “Y yo me apunto”.
Pero ninguna buena historia que se precie puede llegar a
buen puerto sin toque femenino, y para completarlo en esta lid se sumó
“Rapunzel” quien, sin embargo, poco antes de llegar al ecuador de la obra,
sorprendió a todos con una insólita revelación: no había una, sino dos
“Rapunzeles” que se iban alternando para añadir sus contribuciones a la obra.
De esta forma, “Palabras inefables”, “Wambabaluba”,
“Rapunzel 1” y “Rapunzel 2” fueron dando forma a este cadáver exquisito. Quizás
fue lo de “cadáver” lo que inspiró a Wambabaluba a sugerir el título “El dulce
gorjeo del buitre en celo”. Y con gran celo se pusieron los autores a escribir
esta improvisada y siempre cambiante novela. Porque esta historia coral nos
ofrece toda la gama de situaciones que uno puede encontrarse en la vida misma,
así como otra gama de situaciones que más vale que ninguno se encuentre en la
vida misma... salvo que quiera perderla.
Amor e infidelidad, médicos y laboratorios, ideales y
corrupción, diarrea y estreñimiento, capos y sicarios, pizza y mortadela,
guardias civiles y casados por la Iglesia, vida y muerte, melones y más
melones... todas las pasiones del ser humano aparecen en los 127 episodios que
componen esta obra. Cada episodio corresponde a uno de nuestros coautores.
Ninguno de ellos ha escrito dos capítulos seguidos. Cada uno ha continuado la
historia como le ha dado la gana, sin consultar con sus predecesores aunque
manteniendo la regla de construir sobre lo ya edificado. Por increíble que
parezca, la historia atrae, engancha y hace sonreír con su humor absurdo y surrealista,
formando una pieza sólida y coherente (dentro de su incoherencia) en la que un
lector ajeno no sabrá distinguir quién ha sido el autor de cada uno de los
capítulos. Son, pues, cuatro autores distintos y una única y verdadera novela.
Desde aquí, no podemos más que agradecer a los autores
(Ana Moro, Teresa Moro, César Almodóvar y Vicente Fisac) su esmero y dedicación
por llevar a buen puerto esta magna obra
y, por supuesto,
felicitarles por su desbordante
imaginación y facilidad de expresión. Y a los lectores, felicitarles también
por haber elegido esta obra que estamos seguros les hará pasar un buen rato.
Con la que está cayendo por ahí fuera, más nos vale sonreír un poco.
Sin embargo, y antes de que os animéis a leerla, nos
parece obligado ilustrar al lector con este pequeño “manual de instrucciones”
para que pueda disfrutar de la misma en toda su plenitud.
Ya hemos dicho que la técnica elegida ha sido la de
“cadáver exquisito”, pero hay que señalar que este “cadáver” ha estado en todo
tiempo expuesto al público. Para ello se creó un blog
(www.forrinchao.blogspot.com) en donde los cuatro autores fueron volcando sus
capítulos que nunca podían ser consecutivos. Esto quiere decir que, cada vez
que un autor introducía un capítulo, tenía que esperar a que algún otro autor
introdujese uno nuevo para poder continuar la historia, y con frecuencia
sucedía que no podía continuarla donde había pensado ya que el autor precedente
le había cambiado los acontecimientos. Por consiguiente, cada autor no podía
volver a revisar y retocar un texto publicado, puesto que si lo hacía,
probablemente no encajase esa modificación con lo que ya hubiese escrito otro
autor posteriormente.
Tras este proceso de escritura pública y en tiempo real
de la novela (más de 2.600 visitas se asomaron a ese blog durante el proceso de
construcción de la novela) y una vez concluida la obra, se revisaron los textos
y se hicieron algunos retoques y ajustes para limar algunas lógicas
imperfecciones de un sistema tan espontáneo, natural e improvisado de escribir.
Pero no sólo la brevedad y la espontaneidad –como en
Twitter- han sido las notas dominantes en el proceso de construcción de esta
novela, sino que también lo ha sido la rapidez; en concreto apenas dos meses
con un descanso intermedio a causa de las vacaciones de verano. También se
puede destacar, igualmente, que salvo algún encuentro esporádico, la
comunicación entre los autores ha sido a través de ese mismo blog el
cual ha permitido salvar las distancias (unos autores en Madrid y otro en
Puertollano).
Cuando decíamos en la presentación de esta obra que se
trataba de una novela “coral” no estábamos exagerando, ya que en la misma
aparecen 115 personajes. Esto ha hecho recomendable añadir al final de la misma
un índice por orden alfabético en donde puede encontrarse el quién es quién de
cada personaje y ayudar así al lector por si en algún momento de su lectura se
“pierde”. Aunque tampoco tendría esto último mayor importancia, porque el
objetivo de esta novela creciente cooperativa no ha sido el de ganar un premio
literario sino simplemente provocar la sonrisa y hacer pasar un rato agradable.
Y ya para terminar, a modo de resumen, he aquí algunas
cifras que reflejan la dimensión real de este proyecto:
127 capítulos
115 personajes
59.481 palabras
51 días de escritura
4 autores
2.607 visitas durante su fase de elaboración
¡Que ustedes lo disfruten! Aquí tenéis más información: