Los
médicos son una de esas profesiones que tiene soluciones para todo y si no se
las inventan para que los demás reconozcamos que nunca se equivocan. Para ello
disponen de dos frases mágicas.
1.-
Cuando una enfermedad se cura, pero no por el tratamiento que ellos han puesto
sino por cualquier otra causa desconocida para ellos, pero siendo ellos
incapaces de reconocer que no saben por qué… pues cuentan con esta frase que
confirma su acertado diagnóstico: “Remisión espontánea”. Así que cuando le
preguntas al médico “¿Cómo es que me he curado?” y ellos no tienen ni pajolera
idea, su respuesta muy digna y llena de autosuficiencia es que “ha sido una
remisión espontánea”.
2.-
Los médicos consideran que la muerte es un fracaso, en vez de darse cuenta que
es algo natural que nos sucede a todos. Como no están dispuestos a reconocer
ningún fracaso, y mucho menos a reconocer que no saben cuál ha sido la causa de
la defunción, entonces tienen otra frase mágica con la cual nos dan su diagnóstico
certero de la causa de la muerte: “Parada cardiorrespiratoria”. Ahí sí que no
hay objeción posible: si a alguien se le para el corazón y deja de respirar,
está claro que ha muerto por parada cardiorrespiratoria, aunque tuviese un
cáncer terminal o se hubiese tirado desde un décimo piso: en ambos casos hay
una parada cardiorrespiratoria. Acierto seguro.
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