martes, 5 de febrero de 2019

Psicosis de género


Comenzaré por reconocer que la llamada “violencia de género” es un grave problema. Seguiré recordando que ya he dicho en alguna ocasión que la violencia no tiene género, que es algo que normalmente ejerce el más fuerte sobre el más débil, el más innoble frente al más apacible, y que de querer adjudicarle un género este no sería ni masculino ni femenino sino simplemente el género “bruto” en la peor acepción posible. Y ahora pasaré a comentar que al igual que cuando un muelle se comprime luego –cuando se suelta- viene una expansión descontrolada, con la violencia de género, tantos años silenciada por décadas de rancio machismo, pasa que ahora se ha expandido tanto y de forma tan descontrolada que existe una auténtica psicosis de género, la cual hace que se vean fantasmas donde no los hay y se creen problemas donde no los había. Me centraré en unos ejemplos recientes.

El preparador físico del Atlético de Madrid, el conocido y querido “profe Ortega” fue acusado de violencia de género por alguien que oyó los gritos de una discusión con su mujer. Presa de la psicosis de género, avisó a la policía que lo detuvo y le hizo pasar la noche en el calabozo. A la mañana siguiente era puesto en libertad sin cargos después que su mujer testificase e hiciese público un comunicado en donde exponía que no había pasado nada, que sólo fue una discusión, que llevan 25 años casados y son felices.

Aparte del ataque de psicosis de género que afectó al denunciante, debo pensar que este o bien era del Real Madrid y quería fastidiar al Atlético de Madrid, o bien no conocía al profe Ortega, porque cualquiera que lo haya visto trabajar (y yo lo he visto muchas veces) sabe que se pasa todo el tiempo dando gritos para que los futbolistas hagan los ejercicios con máxima intensidad. No me extraña, pues, que con toda una vida a sus espaladas gritando a diario a sus futbolistas, no grite igual a su mujer o a cualquiera que se le ponga por delante si llegado el caso surge una discusión. Pero de ahí a hablar de “violencia” hay un abismo. Si hubiese que encerrar a todos los que alguna vez dan gritos, me temo que todos tendríamos que estar entre rejas.

Como la prensa es madridista (el 95 por ciento de la información dedicada a los equipos de fútbol de Madrid está centrada en el Real Madrid) no es de extrañar que si hay que hacer una montaña de un grano de arena en contra del eterno rival, así se haga. Y no hace mucho se producía otro episodio en el que una pelea de novios (entre Lucas, el jugador del Atlético de Madrid, y su novia) en la que ella le arañó el coche y él le dio un empujón, acabase en denuncia de “violencia de género” y en una sentencia de alejamiento mutuo. ¡Cómo sería de errónea esta sentencia que poco después ambos rompían la orden de alejamiento y un poco más tarde se casaban y después han tenido un hijo y siguen viviendo felices.

La violencia es un serio problema y estupideces como estas, motivadas por la psicosis de género que padecemos, no hacen sino dificultar que se tomen las medidas adecuadas contra las personas violentas, sean estas del género que sean.

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