Después de toda una vida como Jefe de Comunicación en
diversas empresas, he sentido una gran alegría al leer el libro “El efecto
Simeone (la motivación como estrategia)” en donde se recoge la filosofía que
sigue Diego Pablo Simeone para motivar a su equipo.
Dice, en concreto, lo siguiente, en relación a los
periodistas: “A los medios de comunicación les ofrecemos toda la pretemporada
abierta para que se sepa lo que buscamos. Así es más fácil que ellos expliquen
lo que vieron”.
Yo he padecido (y mis colegas de otros laboratorios
farmacéuticos mucho más que yo) el miedo de los directivos a los periodistas.
Les temen como a la peste y tratan de evitarlos y de darles información o
facilidades para que hagan su trabajo. Sin embargo Simeone no lo deja bien
claro: cuando los periodistas reciben información, se les atiende, se les deja
ver lo que hacemos, informarán mejor; si hacemos todo lo contrario no tendremos
derecho a quejarnos cuando lo que publiquen se aleje de la realidad. La culpa
no habrá sido de los periodistas sino nuestra por haberles impedido hacer bien
su trabajo.
Al hilo de esto, diré –una vez más- que el mundo de los
laboratorios farmacéuticos ha huido siempre de la transparencia informativa y
por eso tiene muy bien ganada su mala fama ante la opinión pública y paga las
consecuencias en forma de recortes y presiones por parte de las
Administraciones sanitarias porque estas saben muy bien que todo lo que hagan
“contra los laboratorios” estará bien visto por la sociedad porque estas
empresas, con su ocultismo, se han ganado a pulso el papel de “malo” en esta
película.
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