Breivik, el desalmado que mató 77 personas hace dos años en
Noruega, disparando indiscriminadamente contra jóvenes, cumple condena (la
máxima y sin reducción de pena ni tercer grado, sino todo lo contrario, es
decir: revisable; lo que significa que podría seguir allí muchos años más
todavía) en una cárcel de Noruega.
Al cumplirse los dos años, ha escrito una carta de 27
páginas a las Autoridades quejándose y lamentando cosas como estas (por
supuesto no lamenta haber matado a esas 77 personas):
Su estancia en la cárcel la define como “miserable” e
“insoportable”; se queja de no tener contacto con el exterior; de que su correo
al exterior sea interceptado y sus llamadas telefónicas vigiladas y censuradas;
se queja del ruido de las celdas circundantes; de que la mayoría de los presos
no hablan noruego y no tienen buenos modales; de tener que fregar el suelo de
la celda con un trapo y de rodillas; de no tener mas que tres jerseys; de no
tener ordenador y disponer solo de un bolígrafo y unas hojas de papel
–contadas- para escribir.
Dice, por ejemplo que “mi día normal se limita a un diálogo
con funcionarios de la prisión de menos
de cinco minutos. Esto quiere decir que de las 24 horas de cada día me privan
del contacto humano durante 23 horas y 55 minutos”, afortunadamente, porque ya
sabemos para qué utiliza el “contacto humano”.
También dice, por ejemplo, que le pone nervioso tener que
pedir a los guardias el cepillo de dientes una vez al día y la maquinilla de
afeitar una vez a la semana, para utilizarlas siempre bajo supervisión.
Igualmente se siente humillado al tener que desnudarse varias veces al día
delante de los funcionarios para que estos inspeccionen si esconde algún objeto
cortante o peligroso.
Por supuesto que las cárceles noruegas no son así, sino todo
lo contrario, es decir centros casi abiertos para favorecer la reinserción
social; pero los noruegos no son tontos y saben que Breivik no es un preso
común sino un monstruo sin signos de arrepentimiento, así que su caso y su trato
es diferente. Pero todo esto me trae a la memoria el trato que reciben en
España los presos de ETA (convictos por asesinatos indiscriminados de mujeres,
niños, funcionarios, viandantes, etc.): celdas con todos los lujos y
facilidades permanentes para el contacto con el exterior, y con inusitada
rapidez el tercer grado o unos informes médicos falsos para volver a la calle.
La verdad es que yo no veo diferencia entre unos asesinatos y otros; desde
luego, tanto en un caso como en otro, a los muertos se les han negado todos los
derechos.
1 comentario:
Creo que así debería tratarse a los etarras.
En el trato a los etarras discrepo algo, les daría una cuchilla de afeitar por si se quieren cortar las venas o un trozo de cuerda por si prefieren colgarse
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