Según he podido descubrir, los ancianos más rápidos del
mundo están en Sevilla. Justo allí es donde descubrí que hay carriles
especiales para que puedan circular los más veloces, esto es: los que van en
bicicleta y... ¡los ancianos!
Cualquiera hubiera imaginado que ese carril podía ampliarse
a otros peatones veloces como los que hacen jogging, o los que van en patines,
o incluso en motocicleta; pero no, en Sevilla nadie hay tan veloz como sus
ancianos, vayan o no en bicicleta.
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