Ya lo dijo Jesucristo: “Por sus hechos los conoceréis”. Pero
el mundo que nos rodea está lleno de los ejemplos contrarios: palabrería vana
que no tiene nada que ver con los hechos.
En el libro “El efecto Simeone (la motivación como
estrategia)”, Diego Pablo Simeone nos da una lección magistral de cómo hay que
tratar a las personas de tu equipo, cómo hay que motivar y dirigir un grupo
humano. Y resulta gratificante escuchar cómo dice que “en la conducción de un
grupo intento hablar poco. Siempre prefiero que sean los hechos los que vayan
marcando mi trayectoria y mi personalidad”.
¡Ole por Simeone! ¡Cuanta razón tiene! A lo largo de toda mi trayectoria profesional he visto los dos extremos: los falsos que hablan y halagan tu oído pero te traicionan en cuanto te descuidas, y aquellos que de verdad escuchan y se interesan por ti y que más que hablar y decirte cuál es el camino que debes seguir, son ellos mismos quienes con su ejemplo te lo muestran. Y cuando así se hace, la comunión entre los miembros de un equipo y su dirigente es total y el rendimiento muy superior a cuanto podría esperarse.
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