Ricardo Martínez va a visitar al Dr. Javier González.
- Buenas tardes, Dr., aquí le traigo mis análisis y el electrocardiograma.
- Muy bien, veamos...
- ¿Qué tal lo ve, doctor? ¿Estoy bien?
- Bueno, el corazón está un poco débil y el colesterol un poco alto.
- ¿Y qué puedo hacer para mejorar mi salud, doctor?
- Bien, le voy a recetar esto y empiece hoy mismo, así que en cuanto salga de esta consulta pase por la zapatería más cercana.
Ricardo queda sorprendido y nada más salir de la consulta comprueba la receta y lee lo que pone allí: “Dispénsense unos zapatos Callaghan”.
¿Qué os parece? ¿Una estupidez? ¿Un absurdo? Pues no, esta escena podría suceder cualquier día de estos si a algún médico le da por hacer caso de la publicidad de los zapatos Callaghan. Según dicha publicidad, estos zapatos “mejoran la salud, fortalecen el corazón y reducen el colesterol”.
Lo juro. Es cierto. Por más que leo una y otra vez el anuncio me doy cuenta de que no estoy alucinando. Eso es lo que pone.
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