Gaia, mi madre, se impacienta y ayer se estremeció 6,2 deseosa que pronto la visite allí donde la luz de su vida interna aún se percibe. Ya falta menos, apenas un mes, y podré sentir el calor de su sangre (lava) bajo mis pies, y relajarme en el calor de sus aguas termales.
Recuerdo que apenas siendo un niño, aficionado a la lectura de todo tipo de comics, muy pronto compré mi primer libro de adulto; era un librito sobre Islandia y quedé fascinado de la belleza de la naturaleza en todo su esplendor que aún podía percibirse en algunos de sus parajes vírgenes. Tendría entonces siete u ocho años, y recuerdo leer ensimismado aquél librito subido a la copa de un árbol en la finca del pueblo. Me prometí que algún día vería a aquello con mis propios ojos.
Ahora, medio siglo después, aquél sueño se va convertir en realidad. Sentiré que Gaia, la madre Tierra, aún está viva y hablaré con ella. Me contará que ya está harta de esta plaga de piojos que somos los humanos y que muy pronto se sacudirá para esparcirnos lejos y dar lugar a una nueva era, libre ya de estos parásitos. Falta poco y, por eso, antes de que todo cambie y la humanidad sea historia, me gustará haber sentido tan de cerca su palpitar y hálito de vida.
Hasta pronto, madre, yo también quiero abrazarte.
1 comentario:
Bien, Vicente...¡què envidia! Islandia... Yo también tenía ganas de ir cuando con unos 9 ó 10 años leí Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne... (mira que me marcó aquel libro durante años...).
Si no nos vemos antes (espero que sí), disfruta de la planificación del viaje y más tarde de la propia Islandia... Sí señor, mucha envidia...
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