miércoles, 21 de mayo de 2008

Que nadie cargue con los malos humos ajenos

Bajo el lema “Por todas las personas y sobre todo por ti” se ha presentado hoy en Madrid la “Semana sin Humo” promovida por la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), con la participación de 2000 centros de salud de toda España. Valga este artículo como contribución personal a dicha causa.

Que nadie cargue con los malos humos ajenos

Nos estamos refiriendo a los humos del tabaco, “una mezcla tóxica compleja compuesta de más de 2.000 sustancias entre las que se cuentan sustancias tales como el ácido cianhídrico, el amoniaco, el monóxido de carbono y más de 50 sustancias de probados efectos cancerígenos”, según ha reconocido en un reciente informe el Parlamento Europeo, añadiendo que la mayoría de las sustancias cancerígenas del humo de tabaco no tienen un umbral debajo del cual no ocasionen efectos dañinos para la salud.

Ante todas las evidencias existentes ¿cómo es posible que se permita fumar en presencia de otras personas que no desean aspirar ese humo? Resulta que según indica el citado informe, la exposición al humo del tabaco en general o en el lugar de trabajo, aumenta considerablemente el riesgo de cáncer pulmonar y que, por ejemplo “la probabilidad de que los trabajadores de los locales de restauración en los que está permitido fumar se vean afectados de cáncer pulmonar es un 50% mayor que en el caso de trabajadores que no están expuestos al humo del tabaco”.

La actual Ley (que además se incumple de forma reiterada y sin inspecciones ni sanciones en muchos lugares de nuestra geografía) permite fumar en determinados locales (bares, restaurantes…), los cuales lo indican mediante la oportuna señalización a la entrada de los mismos. Por consiguiente, cualquier no fumador, es libre de entrar o no en ese tipo de locales y por tanto aspirar o no el humo que allí se concentra (también cabría preguntarse aquí si son “libres” los niños que entran a esos locales acompañados de sus mayores, pero ese tema lo trataremos en otra ocasión). La pregunta que hay que hacerse es esta: ¿son libres los empleados no fumadores que trabajen en dichos locales? Evidentemente no; puesto que necesitan ese trabajo para vivir.

Antes que condenarles a un comprobado aumento del riesgo de padecer cáncer de pulmón y otras enfermedades relacionadas con el humo del tabaco, o a despedirse de su trabajo para preservar su salud (¡bonita manera de hacerlo!) las Administraciones deberían seguir las recomendaciones del Parlamento Europeo que instan a todos los Estados miembros a que, en el plazo de dos años, establezcan la prohibición absoluta de fumar en todos los lugares de trabajo cerrados, incluyendo los locales de restauración.

En este informe se matiza, además, que “en los países en los que se ha introducido una prohibición generalizada de fumar, no se observa un descenso del volumen de negocios del sector gastronómico” y añade que “los dispositivos de ventilación no representan una protección eficaz frente a los agentes nocivos del humo de tabaco”.

Desde hace mucho tiempo se viene reclamando un cambio de visión: No se trata de permitir o prohibir el acto individual de fumar; lo que hay que impedir es que ese acto deje de ser individual y obligue a otras personas -que no desean hacerlo- a respirar ese humo. Que cada cual cargue con sus malos humos, no con los de los demás.

Artículo realizado para Medical Practice Group (
www.mpg.es)



1 comentario:

Blanca dijo...

Gurrllbb... me acabo de tragar el cigarrito que estaba fumando con tanto placer... con boquilla y todo... jopé...