domingo, 28 de junio de 2020

Si borras el pasado, nunca aprenderás


Por todo el mundo se está expandiendo la barbarie como modo de defensa del “pensamiento único”. No hace muchos años todo el mundo occidental se escandalizaba cuando disparaban misiles contra las ruinas de Palmira y destruían aquél legado histórico. Hoy, en cambio, se impone la destrucción de elementos culturales y se tergiversa la historia para imponer una nueva moralidad y un nuevo concepto de sociedad. Y todos aplauden.

Cuando se cambia la historia y cuando se borran las huellas del pasado, se borra también la posibilidad de aprender, porque el pasado está ahí precisamente para que nos miremos en él, aprendamos de los errores y aprovechemos cuanto pueda sernos útil para el futuro.

Una estatua no hace daño a nadie, como tampoco un monumento. Lo que de verdad hace daño es la ignorancia.

A las estatuas y los monumentos hay que dejarlos ahí, donde están; y si queremos imponer un nuevo arte, un nuevo pensamiento, construyamos a su lado nuestra obra, pero nunca sobre sus cenizas.

Quien así obra, quien así colabora, quien así consiente sin rechistar, es cómplice de los absolutistas, de los fanáticos que utilizan la destrucción de los modelos antiguos porque no quieren que la gente compare, que la gente piense.

Un Gobierno que hace o incita o aplaude o simplemente no impide tales desmanes, está demostrando que su única razón está en la imposición por la fuerza.

Cuando una estatua cae, cuando un monumento se derriba, cuando unas páginas de texto en un libro de Historia se borran para poner otras muy distintas en su lugar… la esperanza en un mundo mejor en donde existan ciudadanos libres que piensen por sí mismos, que razonen, que comparen, y que –sobre todo- respeten las opiniones distintas a las suyas, desaparece.

Eso es lo que está desapareciendo en estos días: la esperanza en una sociedad futura mejor.

No hay comentarios: