jueves, 18 de junio de 2020

Del metro y medio al metro y miedo


Lo que llaman “la nueva normalidad” y que en realidad debería llamarse “la nueva subnormalidad” nos trae una sociedad adoctrinada (mediante intenso lavado de cerebro televisivo) a su papel de borregos que siguen fielmente las directrices del Gobierno aunque sean contradictorias, convirtiéndose de paso en entusiastas palmeros, que aplauden todo lo que diga el Gobierno y se sienten muy orgullosos cuando toman su papel de ser más estúpidos aún que el Gobierno.

Excelso caso es el del dueño del restaurante que exige una prueba de coronavirus a quien quiera ir a comer a su restaurante, aunque eso sí, por la prueba le cobra 55 euros y le hace esperar 15 minutos hasta que esté el resultado y, en caso de ser negativo, ya le otorga al cliente el privilegio de cobrarle más dinero aún por la comida.

Tampoco se queda manco el Consistorio que rige el entorno natural “Hayedo de Montejo”, un bosque que sólo se puede visitar en pequeños grupos y con un guía, pero que ahora los componentes del grupo deben ir separados metro y medio y con mascarilla puesta (¡en un bosque!).

Pero sin llegar a tales extremos (o quizás sí) hay gente que ya empieza a recomendar un nuevo confinamiento cuando sale alguna noticia relativa a una nueva enfermedad, por ejemplo, la picadura de un mosquito que antes no estaba en España y que ha picado a una persona en una provincia española.

Y ayer mismo, otros paranoicos ya andan diciendo que no se puede comer salmón porque puede transmitir el coronavirus, ante el estupor de los científicos, pero ya se sabe que esta nueva competición consiste es ver quién implanta más restricciones y medidas disparatadas de prevención, como aquella de lavar la ropa a 90ºC (¿no sería mejor tirarla directamente a la basura?)

Y a pesar, por ejemplo, de que han insistido en que el jabón es suficiente para quedar limpios de un posible contacto con el virus, también ayer salía una “experta” diciendo que las esponjillas de limpiar el fregadero y la cocina hay que cambiarlas cada semana o hervirlas y desinfectarlas con frecuencia. (¿Hay algo que esté más en contacto con jabón que una esponjilla de esas?)

Lo que no sé si reflejarán las estadísticas futuras será el aumento de muertos por atropello, ya que cada vez es más frecuente ver cómo la gente, ante el temor de cruzarse por la acera con otra persona, prefiere salirse de la acera y caminar por la calzada entre los coches, con el peligro que conlleva que un peatón salga de improviso entre dos coches aparcados y se meta en la calzada por donde circulan los coches.

El lavado de cerebro ha vuelto esquizofrénica a la sociedad, a esta nueva sociedad a la que bien podríamos bautizar desde hoy como "la sociedad del metro y miedo".

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