Lo que llaman “la nueva normalidad” y que en realidad
debería llamarse “la nueva subnormalidad” nos trae una sociedad adoctrinada
(mediante intenso lavado de cerebro televisivo) a su papel de borregos que
siguen fielmente las directrices del Gobierno aunque sean contradictorias, convirtiéndose
de paso en entusiastas palmeros, que aplauden todo lo que diga el Gobierno y se
sienten muy orgullosos cuando toman su papel de ser más estúpidos aún que el
Gobierno.
Excelso caso es el del dueño del restaurante que exige
una prueba de coronavirus a quien quiera ir a comer a su restaurante, aunque
eso sí, por la prueba le cobra 55 euros y le hace esperar 15 minutos hasta que
esté el resultado y, en caso de ser negativo, ya le otorga al cliente el
privilegio de cobrarle más dinero aún por la comida.
Tampoco se queda manco el Consistorio que rige el entorno
natural “Hayedo de Montejo”, un bosque que sólo se puede visitar en pequeños
grupos y con un guía, pero que ahora los componentes del grupo deben ir
separados metro y medio y con mascarilla puesta (¡en un bosque!).
Pero sin llegar a tales extremos (o quizás sí) hay gente
que ya empieza a recomendar un nuevo confinamiento cuando sale alguna noticia
relativa a una nueva enfermedad, por ejemplo, la picadura de un mosquito que
antes no estaba en España y que ha picado a una persona en una provincia
española.
Y ayer mismo, otros paranoicos ya andan diciendo que no
se puede comer salmón porque puede transmitir el coronavirus, ante el estupor
de los científicos, pero ya se sabe que esta nueva competición consiste es ver
quién implanta más restricciones y medidas disparatadas de prevención, como
aquella de lavar la ropa a 90ºC (¿no sería mejor tirarla directamente a la
basura?)
Y a pesar, por ejemplo, de que han insistido en que el
jabón es suficiente para quedar limpios de un posible contacto con el virus,
también ayer salía una “experta” diciendo que las esponjillas de limpiar el
fregadero y la cocina hay que cambiarlas cada semana o hervirlas y desinfectarlas
con frecuencia. (¿Hay algo que esté más en contacto con jabón que una
esponjilla de esas?)
Lo que no sé si reflejarán las estadísticas futuras será
el aumento de muertos por atropello, ya que cada vez es más frecuente ver cómo
la gente, ante el temor de cruzarse por la acera con otra persona, prefiere
salirse de la acera y caminar por la calzada entre los coches, con el peligro
que conlleva que un peatón salga de improviso entre dos coches aparcados y se
meta en la calzada por donde circulan los coches.
El lavado de cerebro ha vuelto esquizofrénica a la
sociedad, a esta nueva sociedad a la que bien podríamos bautizar desde hoy como "la sociedad del metro y miedo".
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