Tal como me lo han contado, lo
transcribo:
Un joven va a la consulta. Tras
el protocolario saludo, la doctora lo mira con desgana. El joven le dice:
- Vengo porque me duele el oído.
La doctora, sin necesidad de
hacer ninguna pregunta y sin realizar ninguna exploración, da de inmediato su
diagnóstico:
- Eso es de la piscina.
El joven queda desconcertado, no
sólo porque la doctora no le haya examinado el oído, sino porque él hace tiempo
que no va a la piscina. Pero aún sin recobrarse de su asombro, la doctora
imparte su tratamiento:
- Eso se arregla poniéndose unos tapones.
- Eso se arregla poniéndose unos tapones.
El joven queda tan traumatizado
que no acierta a pronunciar palabra, mientras que la doctora da por finalizada
la consulta. El joven se levanta. Es tan fuerte el shock que no sabe cómo
reaccionar y como un zombie se dirige a la puerta y sale, mientras la doctora
llama al siguiente.
Hasta muchos minutos después no
fue capaz ese joven de asimilar lo que había pasado, pero no había sido un
sueño (o una pesadilla) sino algo completamente real.
PD.- ¿Es “eso” un médico? Pues
“eso” existe. Esta historia real me la contaron hace un mes.
2 comentarios:
Tambien hay grandes profesionales.
Por supuesto, pero como te toque uno de estos vas apañao.
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