En este mundo no existe la perfección, todos tenemos fallos,
incluso James Cameron y su película Titanic. Por si no lo recordáis,
esta película fue la más taquillera del mundo durante varios años hasta que la
superó el propio Cameron con Avatar, quedando desde entonces Titanic
como la segunda película más taquillera de todos los tiempos. Además de la
aceptación del público y el consiguiente éxito económico, Titanic ganó
11 Oscar, igualando el record de Ben-Hur y El señor de los anillos:
el retorno del rey.
Como se puede ver, una película colosal, pero que también
tenía fallos. Hace poco tuve la ocasión de verla de nuevo y me llamó la
atención un fallo clamoroso: cuando el barco se está hundiendo y todos están en
cubierta, en los botes o en el agua, resulta que en algunas escenas les salo
vaho de la boca a los protagonistas (eso era lo lógico porque la temperatura
era muy baja) y en otras escenas no. Hasta a Cameron se le olvidó retocar
digitalmente todas las escenas de exterior para que se viese el vaho en todas
ellas.
Y si él y todo su equipo tuvo este fallo garrafal ¿por qué
no vamos a tener todos los demás fallos constantes en nuestra vida? Así que hay
que aprender a vivir con los fallos y aprender de ellos aun a sabiendas de que
volveremos a cometerlos. Contra los fallos: tolerancia completa.
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