La sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas se ha pronunciado en contra de los laboratorios farmacéuticos que no servían todo lo que le pedían los mayoristas para evitar que estos vendiesen esos productos en otros países donde el precio era más alto.
Pero ¿de qué va todo esto?
- Los laboratorios no ponen a sus medicamentos el precio que quieren, es el Gobierno quien les fija el precio para su dispensación a través de la Seguridad Social (que representa más del 90% de lo que se vende en España).
- En España se fijan casi siempre los precios más baratos de Europa.
- Los mayoristas se aprovechan de esta circunstancia legal y en los países “baratos” como España piden no sólo lo necesario para abastecer a España, sino para exportar a otros países.
- Los laboratorios ven cómo en países como Reino Unido, con precios hasta 3 veces más altos, no venden un duro (o sea, una libra) porque les llegan medicamentos con precio español. Ahora bien, de esa diferencia de precio no se benefician los consumidores sino los mayoristas que son los que se quedan con el diferencial.
- Al tratarse de una práctica legal, los laboratorios no han encontrado otro camino que servir menos de lo que le piden los mayoristas para que estos den preferencia al mercado español y no exporten tanto.
- Los mayoristas se dan cuenta y empiezan a hacer cada vez pedidos más grandes. Por ejemplo: si saben que van a vender 32 en España, piden 85 para que les den 50 y así poder exportar esa diferencia.
- Ahora el Tribunal de Justicia dice que es obligatorio atender los “pedidos normales”, pero como esta práctica ya lleva tiempo, lo “normal” –usando el ejemplo anterior- sería 85, con lo cual se da un puyazo de muerte a los laboratorios y a los mayoristas les abren el cielo para que sigan exportando.
Esto podría conducir a alguna de estas situaciones extremas: (1) Cualquier medicamento que se lance en Europa tendrá como precio de venta al mayorista el precio más bajo de la Unión Europea, aunque los pacientes de cada país pagarán el precio fijado en cada país. Los únicos beneficiados serán pues los mayoristas exportadores. (2) A los laboratorios que no acepten esto sólo les quedará la opción de dejar de comercializar sus medicamentos en los países de precios baratos como España. (3) Y en último caso, podrían renunciar al precio oficial que se fija en España para su dispensación a través de la Seguridad Social y venderlos a precio libre, con lo que tendríamos una medicina para ricos (medicina privada y fármacos comprados al 100% de su precio en las farmacias) y medicina para pobres (medicina pública y fármacos financiados por la Seguridad Social).
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