Ahora que tanto se habla de síndrome post-vacacional, de lo duro que es retomar la actividad laboral, etc., no está de más traer a esta página una información según la cual al que vino (de vacaciones) y se siente deprimío ante todo el trabajo que le espera, que se lo tome con calma… y con vino.
El vino es bueno (suponiendo que sea un buen vino) según dicen los expertos, para la salud. Y no es broma, que lo acaba de decir un catedrático de Bromatología en un curso de verano de la Universidad Pablo de Olavide (¡Oh, la vid, e!) . Aunque, claro está, puntualizó que “los efectos beneficiosos del consumo de vino en adultos pasan a ser perjudiciales si se sobrepasa la cantidad recomendada de una o dos copas diarias”.
Los numerosos estudios científicos que se vienen realizando desde 1990 revelan que las personas que consumen cantidades moderadas de vino presentan una incidencia de enfermedades cardiovasculares inferiores. En concreto, los resultados sugieren una disminución de un 30 a un 40% en el riesgo de sufrir enfermedades coronarias. De ahí que no es de extrañar que quienes sufren mal de amores y tienen el corazón partío, se reconforten con un buen vino.
Y al que vino de vacaciones, pues eso: vino.
1 comentario:
No hay nada mejor que una buena copa de vino alrededor de una mesa, de un velador o de un tonel.
Yo soy una bebedora de vino tardía, antes no me gustaba, pero debía ser que la economía no me daba para beber "del bueno". Cuando adquirí medios y paladeé el zumo de uva de calidad... ay amiguín, no hay nada mejor que compartir una botella con quien se elija.
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